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domingo, 28 de octubre de 2007

El sentido de la vida

Haca unas semanas tuve la fortuna de asistir a la charla de Nando Parrado, uno de los supervivientes en el desastre de los Andes en 1972. Y “suerte” y “fortuna” son dos palabras muy recurrentes en toda su historia. Elaboró un discurso centrado en la historia de supervivencia que realmente fue, sin detalles escabrosos, y narrado con la crudeza de alguien que sobrevivió a un accidente de avión, de alguien que sobrevivió a un alud que mató a nueve compañeros, de alguien que caminó durante diez días por la cima de la cordillera andina. De alguien que VIVIÓ.

Salí de la conferencia con sensaciones extrañas. Por un lado, cómo la suerte puede decidir todo nuestro futuro. Cómo la suerte puede decidir si vivo o muero. Nando era claro en este punto: si se hubiese sentado una fila más atrás, hubiese muerto en el impacto contra las montañas, porque de la fila 10 hacia atrás el avión literalmente se desintegró. Si el piloto hubiese iniciado el ascenso un segundo después, el avión habría chocado contra el pico de la montaña de frente y no hubiese sobrevivido nadie. El avión cayó en la ladera opuesta de la montaña con el ángulo exacto que tenía la pendiente de la misma (un ángulo de 5º más o menos hubiese hecho pedazos los restos del fuselaje que volaron por los aires) y gracias a eso se deslizaron y aterrizaron –más o menos– suavemente. La ladera de la montaña por la que los restos del avión se deslizaron tenía rocas por todos los lados excepto por una pequeña brecha de nieve entre ellas. Si el avión hubiese chocado con cualquiera de esas rocas, a la velocidad a la que iba, se hubiese volatilizado por completo. Si a las dos semanas del accidente un alud no hubiese sepultado los restos del avión, creando una capa térmica que les protegió del frío, probablemente nadie hubiese sobrevivido. Nueve personas murieron en el alud, entre ellas Marcelo, el capitán del equipo de rugby. Pero gracias al alud otras veinte lograron sobrevivir. Y si finalmente Nando Parrado no hubiese tomado todas las decisiones que fue tomando a lo largo de los diez días que deambuló junto a Roberto por la cima de la cordillera andina y no hubiesen visto y llamado (con las últimas reservas de fuerza que les quedaba) al hombre a caballo, ninguno habría sobrevivido.

Una serie de casualidades que les dio a todos una segunda oportunidad en la vida. Suscribo palabra por palabra lo que decía Nando: “[…] nosotros estábamos allí, condenados a morir, y el sol, al día siguiente, siguió saliendo. Nada había cambiado para el resto del mundo. Alguien lloraría nuestra pérdida durante unos días, y después el mundo continuaría girando… sin nosotros […]”. Nando no sólo aprendió a sobrevivir. También aprendió a VIVIR. Aprendió a dar la importancia que tiene el simple hecho de avanzar por la vida, aprendió la importancia de amar a una persona y la importancia de hacerle saber a esa persona que la amamos. En esa segunda oportunidad, Nando aprendió a decir las cosas que antes había callado por pudor o vergüenza. Las cosas que deben decirse, las cosas que realmente importan. Las cosas que sólo pueden decirse estando vivos, las cosas que dotan de sentido a la vida:

Os quiero.

Te quiero.


Every generation
Blames the one before
And all of their frustrations
Come beating on your door

I know that I'm a prisoner
To all my Father held so dear
I know that I'm a hostage
To all his hopes and fears
I just wish I could have told him in the living years

Crumpled bits of paper
Filled with imperfect thought
Stilted conversations
I'm afraid that's all we've got

You say you just don't see it
He says it's perfect sense
You just can't get agreement
In this present tense
We all talk a different language
Talking in defence

Say it loud, say it clear
You can listen as well as you hear
It's too late when we die
To admit we don't see eye to eye

So we open up a quarrel
Between the present and the past
We only sacrifice the future
It's the bitterness that lasts

So Don't yield to the fortunes
You sometimes see as fate
It may have a new perspective
On a different day
And if you don't give up, and don't give in
You may just be O.K.

Say it loud, say it clear
You can listen as well as you hear
It's too late when we die
To admit we don't see eye to eye

I wasn't there that morning
When my Father passed away
I didn't get to tell him
All the things I had to say

I think I caught his spirit
Later that same year
I'm sure I heard his echo
In my baby's new born tears
I just wish I could have told him in the living years

Say it loud, say it clear
You can listen as well as you hear
It's too late when we die
To admit we don't see eye to eye



1 comentario:

Ivan Arrizabalaga dijo...

Que suerte poder ver una charla de este hombre.

Joder este tipo de documentos si que deberian de llenar la TV en vez lo gordo o fino que lo lleva algún oligofrénico.

Siempre lo he pensado, un poquito más de carpe diem (bien entendido) y mucho menos "que dirán" harían la vida mucho más fácil.

PD. Si,si, ya se que Louis Barton ta oxidao, prometo no matarlo de inanición.