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domingo, 28 de febrero de 2010

Más madera


«El episodio de nuestro flamante ministro de industria "abriendo al estudio" la "tasa Google" - ya saben, eso de que los buscadores y las redes sociales tienen que pagar a las telecos - no es sino el enésimo ejemplo de la insoportable ausencia de una idea de internet en nuestra clase política. Si lo peor de las declaraciones de Alierta sobre Telefónica y la neutralidad de la red eran que constituían la renuncia de Telefónica a competir en lo que aportación de valor se refiere y dedicarse a amenazar con sustraer el que ahora aportan, lo peor de las de Miguel Sebastián es que reflejan la verdadera posición que nuestra clase política - al menos la parte que está en condiciones de decidir - adopta respecto a internet: manosear y utilizar algo que es meramente instrumental para la coyuntura del momento.

¿Que hay presión internacional, de la industria de los contenidos y de parte de los artistas? No hay problema con que en internet haya menos derechos; ¿que la gente protesta y vemos que podemos peder voto joven? hacemos un apaño sobre los derechos en internet; ¿que las telecos ganan menos dinero crecen menos que Google y amenazan con que no despliegan más redes y no se cumplen nuestras promesas electorales? Tampoco hay problema en amenazar la neutralidad de la red. No hay ni programa, ni idea, ni visión, ni estrategia... nada contra lo que podamos argumentar, sobre lo que discutir o luchar. Tanto el partido en el poder como la mayoría de la oposición se posiciona respecto a internet "al tun tun", con un discurso que habla mucho de "innovación, cambio tecnológico, ordenadores en los colegios"... de todo aquello que pueda sonar popular, pero que cuando llega la hora de hablar de derechos en internet se demuestra terriblemente vacío.

Claro que hay gente en los partidos que sabe del valor de la neutralidad de la red, pero son los menos y parecen destinados al rol de "el que nos explica como vamos a salir más en las redes sociales". Mientras, el ministro Sebastián sitúa a España liderando una guerra que no es contra Google (al que habría que meter mano, pero no precisamente para llenar el bolsillo de las telecos sino para aumentar la competencia y la transparencia en el sector de la publicidad online) sino contra el modelo que permite que internet no sea propiedad de unos cuantos. Lo hace con argumentos sumamente falaces, como el de que gracias a que Google pague a Telefónica bajará el precio de la conexión a internet. No es cierto, los precios no bajan porque las empresas tengan más ingresos, bajan porque las empresas tienen más competencia, algo que el ministerio del señor Sebastián no parece capaz de lograr en el sector de los ISP en España.

Uno mira el programa de Obama sobre internet y tecnología, lo compara con la realidad local y acaba preguntándose si el relevo generacional que necesitamos en este país en lo que a políticas y tecnología llegará a tiempo de salvarnos de todos los incendios que nuestros actuales políticos parecen dispuestos a crear.»

Visto en Error500

jueves, 25 de febrero de 2010

Muero por dentro

«[...] Según pensaba Aldous Huxley la evolución había formado nuestros cerebros de tal modo que sirvieran como filtros que tamizaban una gran cantidad de material que no nos resulta de auténtica utilidad en nuestra diaria lucha por el pan. Visiones, experiencias místicas, fenómenos psíquicos tales como mensajes telepáticos de otros cerebros y todo tipo de cosas por el estilo fluirían eternamente dentro de nosotros de no ser por la acción de lo que Huxley llamó, en un libro breve titulado Cielo e infierno, la "válvula de reducción cerebral". ¡Demos gracias a Dios por la válvula de reducción cerebral! De no haberla desarrollado, constantemente nos distraerían escenas de increíble belleza, penetraciones espirituales de una grandeza abrumadora y contactos mentales abrasadores y absolutamente sinceros con los demás seres humanos. Afortunadamente, el funcionamiento de la válvula nos protege - a la mayoría de nosotros - de tales cosas, y somos libres para vivir nuestras vidas cotidianas como mejor nos convenga.

Por lo que parece, algunos de nosotros nacemos con válvulas defectuosas. Me refiero a artistas como Bosch o El Greco, cuyos ojos no veían el mundo tal y como se presenta ante nosotros. Me refiero a los filósofos visionarios, los extáticos y los que alcanzan el nirvana; me refiero a los miserables y extraños parásitos que pueden leer los pensamientos de otros. Mutantes, todos nosotros. Mutaciones genéticas.

Sin embargo, Huxley creía que utilizando diversos medios artificiales, se podía efectuar el buen funcionamiento de la válvula de reducción cerebral, con lo cual los mortales comunes podían tener acceso a los datos extrasensoriales habitualmente sólo vistos por los pocos elegidos. Pensaba que las drogas psicodélicas producen este efecto. Sugirió que la mescalina interfiere en el sistema enzimático que regula el funcionamiento del cerebro y, al hacerlo, "reduce la eficiencia del cerebro como instrumento para concentrar la mente en los problemas de la vida en la superficie de nuestro planeta. Esto... según parece, permite que entren en la conciencia ciertos tipos de sucesos mentales normalmente excluidos dado que no poseen valor de supervivencia. La enfermedad o la fatiga pueden originar intrusiones análogas de material inútil desde el punto de vista biológico, pero con valor estético y a veces espiritual. También puede llegarse a lo mismo mediante el ayuno o mediante un período de confinamiento en un lugar oscuro y de silencio absoluto".

A partir de su propia experiencia, David Selig puede decir muy poco acerca de las drogas psicodélicas. Tan sólo tuvo una experiencia con ellas, y no fue feliz. Eso ocurrió en el verano de 1968, cuando vivía con Toni.

Aunque Huxley tenía en alto concepto las drogas psicodélicas, no las consideraba el único medio de acceso a la experiencia visionaria. El ayuno y la mortificación física también conducían a esa experiencia. Escribió sobre místicos que "utilizaban con regularidad el látigo de cuero anudado o incluso de alambres de hierro. Estas flagelaciones eran el equivalente de importantes intervenciones quirúrgicas sin anestesias, cuyos efectos en la química orgánica del penitente eran considerables.

Durante la flagelación misma, se liberaban grandes cantidades de histamina y adrenalina; y cuando las heridas resultantes comenzaban a supurar (como sucedía prácticamente con todas las heridas antes de la era del jabón), diversas sustancias tóxicas, producidas por la descomposición de las proteínas, se introducían en la corriente sanguínea. Pero la histamina produce un choque que afecta tan profundamente a la mente como al cuerpo.

Además, en grandes cantidades, la adrenalina puede causar alucinaciones, y se sabe que algunos productos de su descomposición producen síntomas semejantes a los de la esquizofrenia. Con respecto a las toxinas de las heridas, producen trastornos en los sistemas enzimáticos que regulan el cerebro y reducen su eficiencia como un instrumento para salir adelante en un mundo donde, desde el punto de vista biológico sobreviven los más aptos. Esto explicaría los motivos por los que el Cura de Ars solía decir que, en los días en que tenía plena libertad para flagelarse sin misericordia, Dios no le negaba nada.

En otras palabras, cuando el remordimiento, el odio a uno mismo y el miedo al infierno liberan adrenalina e histamina, y cuando las heridas infectadas liberan proteínas descompuestas en la sangre, la eficiencia de la válvula de reducción cerebral disminuye y entran en la conciencia del asceta aspectos desconocidos de la "Mente Libre", incluidos fenómenos psíquicos, visiones y, si se está filosófica y éticamente preparado para ello, experiencias místicas".

Remordimiento, odio a uno mismo y miedo al infierno. Ayuno y oración. Látigos y cadenas. Heridas supurantes. Cada uno con su propio viaje, supongo, y buen provecho les haga. A medida que el poder se va debilitando en mi, a medida que muere el don sagrado, acaricio la idea de tratar de revivirlo a través de medios artificiales. ¿Ácido, mescalina, psilocibina?

Creo que no me gustaría volver a eso de nuevo. ¿Mortificación de la carne? Eso me parece obsoleto, como revivir las Cruzadas o usar polainas: algo que simplemente es inadecuado para 1976. De todos modos, dudo que pudiera llegar muy lejos con la flagelación. ¿Qué me queda entonces? ¿Ayuno y oración? Supongo que podría hacer ayuno. ¿Oración? ¿A quién? ¿A qué? Me sentiría realmente tonto. Querido Dios, devuélveme mi poder. Querido Moisés, por favor, ayúdame. Nada más que tonterías. Los judíos no rezan para pedir favores, porque saben que nadie responderá. Entonces, ¿qué me queda? ¿Remordimiento, odio hacia mí mismo y miedo al infierno? Esas tres cosas ya las tengo y no me sirven de nada. Es preciso probar otra forma de estimular el poder para que reviva. Inventemos algo nuevo. ¿Flagelación de la mente, quizá? Sí. Lo probaré.

Sacaré los garrotes metafóricos y me castigaré. Flagelación de la mente dolorida, debilitada, palpitante, que se va desintegrando. La mente traicionera y detestable.

Pero, ¿por qué quiere David Selig recuperar su poder? ¿Por qué no dejar que vaya desapareciendo? Siempre ha sido una maldición para él, ¿no es cierto? Lo ha aislado de sus semejantes y lo ha condenado a vivir una vida sin amor. Déjalo en paz, David. Deja que desaparezca. Deja que desaparezca. Pero, sin el poder, ¿qué eres? Sin ese único medio de contacto vacilante, caprichoso e insatisfactorio con ellos, ¿cómo podrás tocarlos? Para bien o para mal, tu poder te une a la humanidad, es la única forma de unión que posees: no puedes tolerar la idea de renunciar a él. Admítelo: amas y desprecias este don tuyo. A pesar de todo lo que te ha hecho, temes perderlo. Aunque, sabes que la lucha es inútil, lucharás por aferrarte a sus últimos vestigios. Sigue luchando, pues. Vuelve a leer a Huxley. Si te atreves, prueba con ácido. Prueba la flagelación. Al menos, prueba el ayuno. Muy bien, el ayuno. Decididamente no al guisado chino, ni al rollo de carne y verduras picadas. Coloquemos una hoja nueva en la máquina de escribir y pensemos en Odiseo como símbolo de la sociedad. [...]»

Robert Silverberg, "Muero por dentro"

martes, 23 de febrero de 2010

Sintiendo a Dios

En el sempiterno debate sobre la existencia de Dios, o mejor dicho, en la sempiterna defensa de mi agnosticismo, a veces consigo que mi interlocutor o interlocutores tengan que hacer frente a la siguiente cuestión:

"Afirmaciones extraordinarias requieren siempre de evidencia extraordinaria."

Aunque es una asertación difusa, en la que podríamos discutir cuáles son los límites de la palabra "extraordinario" o a qué estamos dispuestos a llamar "evidencia"... a pesar de todo ello, digo, muchas veces mis interlocutores recogen el guante y acceden a responder, lacónicamente:

"Yo sé que existe Dios porque lo siento".

Con lo cual mi pregunta es, en cierto modo, una forma elegante de acabar con el debate, porque obviamente la respuesta es un non sequitur que impide cualquier discusión racional.

¿Qué significa "sentir a Dios"? ¿Cómo se "siente a Dios"? ¿Cómo se reconoce que eso que estás sintiendo es "Dios"?

Este tipo de preguntas caen fuera de cualquier debate racional, y entran en un debate filosófico y subjetivo, estéril para todo el mundo excepto para quien se haga esas preguntas en su fuero interno.

Y ésa es precisamente la clave, en mi opinión. Conocerse a uno mismo. El solipsismo. Los estados mentales y las diferentes capas de la realidad, que solo se pueden pelar con el cuchillo de nuestro subconsciente.

Creo (y podéis considerarlo una declaración de principios) que hay cosas que la ciencia jamás será capaz de responder: son las Metapreguntas.

  • ¿Por qué el Universo es cognoscible?

  • ¿Por qué las las leyes físicas y las constantes del Universo son tales que permiten la vida inteligente?

  • ¿Las matemáticas son una "cualidad" del Universo o una herramienta para medirlo?

  • Y en definitiva, «¿por qué hay algo en lugar de nada y porqué ese algo está estructurado de esa manera? Tal como decía hace poco Stephen Hawking, "¿por qué el universo se tomó la molestia de existir?"»


Creo que el cientificismo, por sí mismo, es una vía muerta en el desarrollo personal, pues solo conduce a la tecnificación y, a menos que tenga una componente humanista, al hedonismo; como también es una vía muerta, por otro lado, cualquier tipo de religión convencional, que constriñe todo tipo de pensamiento crítico.

Como declarado agnóstico, no sé si Dios existe o no, y pienso que es algo que jamás se podrá dilucidar. En mi fuero interno no lo creo, pero esa creencia irracional no debe constituir un muro que me impida adentrarme en el proceloso mar de la filosofía e intentar así abarcar el significado del mundo y de nosotros mismos.

Por tópica, no deja de ser importante la pregunta de quiénes somos y adónde vamos. En sociedades avanzadas como la nuestra la mayoría de las personas ya no se plantean ese tipo de cuestiones o, como mucho, les resultan indiferentes. Yo en cambio no puedo evitarlas, y aunque sé que jamás obtendré una respuesta satisfactoria, el camino que transite para obtenerla será lo que dé sentido a mi existencia, más allá del trabajo, los amigos, la televisión de alta definición y las playas de verano.

Quedan muchas realidades por descubrir; realidades que están más allá de la sociología diaria con la que nos levantamos por la mañana y nos acostamos por la noche. Realidades que están más allá de la tecnología y la industrialización de nuestros quehaceres y nuestros placeres diarios. Realidades que están más allá del incienso y los órganos de dogmas bienintencionados pero asfixiantes y cortos de miras. Realidades, en definitiva, que no están sino dentro de nosotros mismos, en nuestros escasos momentos de soledad contemplativa y en los momentos de pasión. Ambas circunstancias comparten dos facetas de un mismo fenómeno, por el cual el Universo se expande y podemos sentir las garras del Infinito, y vuelve a contraerse hasta el tamaño de un punto matemático que, descubrimos maravillados, no reside sino dentro de nosotros mismos.

Esos momentos, en los que somos Todo y Nada, en los que accedemos a un plano de realidad superior, aterrador pero extático, son los momentos en los que yo también siento a Dios.

Y en los que, en un ataque de egocentrismo, de locura o de iluminación, me doy cuenta de que en realidad me estoy sintiendo a mí mismo. Dios soy yo, o yo soy Dios, y el Universo de cuerdas cabe en mi mano como una canica de matices maravillosos.

Esa sensación dura poco, y al cabo de un instante vuelvo a ser solo una persona anónima más, que a través de su flamante ADSL y su televisión de 37' intenta plasmar en un blog una reminiscencia de esas sensaciones, antes de que el camino de mínima resistencia le haga poner el volumen a la televisión y olvidarse de Verdades que son mucho más grandes y aterradoras de lo que una persona puede soportar.

sábado, 20 de febrero de 2010

Tienes que

"[...] El hombre moderno está encadenado por la red de normas y regulaciones, y su condena depende de las acciones de personas remotas a ellos en cuyas decisiones no pueden influir. Esto no es accidental o el resultado de las arbitrariedades de arrogantes burócratas. Es necesario e inevitable en cualquier sociedad tecnológicamente avanzada. El sistema, con objeto de funcionar, TIENE QUE regular el comportamiento humano de cerca. En el trabajo, la gente tiene que hacer lo que le digan que haga, de otra manera la producción sería arrojada al caos. Las burocracias TIENEN QUE estar organizadas de acuerdo con reglas rígidas. El permitir algún ingenio personal sustancial a los burócratas de nivel bajo desorganizaría el sistema y llevaría a cargos de injusticia debido a las diferencias en la manera individual en que ejercerían su ingenio. Es verdad que algunas restricciones de nuestra libertad se podrían eliminar, pero HABLANDO EN GENERAL la regulación de nuestras vidas por parte de grandes organizaciones es necesaria para el funcionamiento de la sociedad tecnológico-industrial. El resultado es un sentimiento de impotencia por parte de la persona media. Puede, sin embargo, que las regulaciones formales tiendan a ser reemplazadas por herramientas psicológicas que nos hagan querer hacer lo que el sistema requiera de nosotros (propaganda, técnicas educacionales, programas de «salud mental», etc.)."

Párrafo 114 de "La sociedad industrial y su futuro"

miércoles, 17 de febrero de 2010

Endeavour e ISS


Vía la Imagen Astronómica del Día, Fogonazos, MicroSiervos y Menéame.

Bonus Track 1: un vals que llevábamos mucho tiempo deseando ver (vía Fogonazos).



Bonus Track 2: hoy instalaron la Cúpula en la ISS, que proporciona una imagen de la Tierra similiar a la que podríamos ver a través de la cabina de mando de un Tie Fighter.

lunes, 15 de febrero de 2010

La estética de "PERDIDOS"

»[...] Al contrario que los fans de Crepúsculo o Star Wars, los fans de LOST no se adscriben (no nos adscribimos) a ninguna corriente estética clara, ¿Es una serie chic, es una serie para freaks?

La clave del asunto podria estar en una de las propiedades exclusivas de este fenómeno: En esta serie la complicidad argumental pesa muchísimo más que la estética, un desequilibrio mucho más pronunciado que en cualquier otro show. Hasta Twin Peaks, la serie de autor por antonomasia, ofrecía texturas muy por encima de trama. Echad un vistazo a lo que vemos en la sexta de LOST: Decorados de cartón piedra y guerrilleros orientales recién sacados de Golpe en la Pequeña China codeándose con tipos vestidos con buzos setenteros, sacerdotes egipcios, una masa de humo negro que suena como una fotocopiadora rota, chicas sacadas de un anuncio de L'Oreal... ¿Pero qué desbarajuste es éste?


Los que conocemos la serie sabemos que tras este sindios se encuentra el atractivo, esta vez abstracto, de una trama que juega con la belleza de las paradojas, los misterios, las ideas, la lógica extrema y la falta de lógica. Y es que, en este caso, el sacrificio del equilibrio visual ha sido en beneficio de la libertad argumental. El triunfo de una belleza invisible sobre las modas de la puesta en escena. Algo que deberíamos aplaudir... Aunque sólo sea por lo muy acostumbrados que estamos a lo contrario.

El milagro de esta fantástica fealdad se concreta en el fetiche de más éxito de esta serie: El logo de Dharma y su presencia en todo tipo de productos, desde cajas de cereales a latas de cerveza. Un logo que, para ser creíble en sus múltiples aplicaciones ha de formar parte de un diseño apagado, sintético, feo. ¡Dharma es una marca blanca, como Día, Carrefour o Eroski! Fijáos en esa fantástica edición especial de la quinta temporada, una caja que reproduce con brillantez el horroroso diseño del fichero de un curso CCC.


Esa es la razón por la que todos podemos ser fans de LOST. Porque no se esfuerza en seducir a los ojerosos al fondo de la clase que quieren ser vampiros, a los guapos que se sientan al medio y que lo flipan con los musicales o al gafoso de delante que se sumerge en fantasías épicas. Las fiestas en las que no se invita a nadie son las fiestas a las que pueden ir todos.

Nacho Vigalondo

miércoles, 10 de febrero de 2010

Puñetazos de realismo

Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor jodidamente grande. Elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos. Elige buena salud, colesterol bajo y seguro dental. Elige hipoteca a interés fijo. Elige un piso franco. Elige a tus amigos. Elige ropa deportiva y maletas a juego. Elige pagar a plazos un traje de marca en una amplia gama de putos tejidos. Elige bricolaje y preguntarte quién coño eres los domingos por la mañana. Elige sentarte en el sofá a ver tele-concursos que emboban la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de puta comida basura. Elige pudrirte de viejo cagándote y meándote encima en un asilo miserable, siendo una carga para los niñatos egoístas y hechos polvo que has engendrado para reemplazarte. Elige tu futuro. Elige la vida...

¿Pero por qué iba yo a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida: elegí otra cosa. ¿Y las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?

Trainspotting

domingo, 7 de febrero de 2010

Se acabó el gas

Algún día tenía que pasar.

Después de un par de meses a tope con el blog, en los que he llegado a tener 5 ó 6 artículos planificados con varios días de antelación a su publicación, mi bandeja de salida y mis ganas de escribir están de nuevo a cero.

Es indudable que se trata de un ciclo, en el que cosas como mi visita a Sudáfrica, o las prácticas del master, han influido sobremanera. La primera de una forma positiva, y la segunda como un handicap que está llevando mi resistencia física al máximo. No es fácil salir de currar a las 7 de la tarde y pasarte otras tres horas diarias en un aula, amén de los fines de semana realizando las prácticas.

La nota positiva es que he sacado unas cuantas conclusiones de estas últimas semanas de febril actividad en el blog:

1) Como un buen amigo me dijo una vez, el amarillismo vende mucho. A pesar de haber publicado en enero de 2010 un promedio de un artículo cada dos días, paradójicamente ha disminuido un 3% el número de visitas a la página. Es cierto que estoy siendo un poco injusto, porque mi artículo del 25 de enero de 2009, "Hazte fan de mí", fue el más visitado de la historia del blog. Ejem.

2) He aumentado el número de lectores nuevos en un pequeño porcentaje, aunque la mala noticia es que creo que ello se debe al siguiente punto.

3) Han debido de enlacer mi artículo "¿Soy ateo o soy agnóstico?" en algún portal, como en su día pasó con "La postura del helicóptero", que enlazaron desde "LaCoctelera". El porcentaje de visitas ha aumentado en un 606% respecto al mismo período del año pasado.

En fin, conclusiones interesantes aunque poco sorprendentes. En otro momento tal vez hubiese escrito un artículo emo y lacrimógeno para aumentar mis visitas. Hoy en día, me da igual. Los pocos lectores que hay, son de calidad. Y más importante aún, muchos de ellos son mis amigos.

Cuando tenga tiempo he de ir a poner un poco de gasolina al trasto éste. Mientras tanto, siempre podéis echar un vistazo a otras bitácoras interesantes:

Diario de un escéptico
El sentido de la vida

jueves, 4 de febrero de 2010

España en GMT+0

Es la segunda vez que me pasa en un mes: algo que yo había pensado en un momento de introspección e inspiración, aparece en un periódico de tirada masiva varios días después.

Ya me había pasado con la escandalosa subida del precio del bono de 10 viajes del Metro de Madrid. Había comentado este tema con algún amigo, y la opción de colarse dos veces de cada diez, para compensar la injusta subida. Días más tarde, salía en primera plana del 20 minutos la noticia de que había aumentado espectacularmente el número de personas que lo hacía, y que alguna asociación y grupos de Facebook estaban detrás de todo eso.

Ahora me ha vuelto a pasar lo mismo con el tema del huso horario. Después de volver de Sudáfrica, me he dado cuenta de que aunque solo tenemos un huso horario de diferencia, la realidad es que en Sudáfrica amanecía a las 5 de la mañana, mientras que en España lo está haciendo a las 9. Es cierto que en España es invierno mientras que en Sudáfrica es verano, pero aún así también es cierto que aquí ni siquiera durante el estío amanece antes de las 7 de la mañana.

A vueltas con eso, y con el hecho de racionalizar los horarios de trabajo (entrar antes a trabajar y salir también antes) planteé con algunos amigos la teoría de que si cambiásemos el huso horario a España y lo adaptásemos a lo que nos corresponde por geografía (Gran Bretaña y Portugal), sería más sencillo adoptar posteriormente un horario de trabajo también más adecuado. Lo cierto es que todos los años adelantamos el reloj una hora cuando llega el invierno y la atrasamos cuando llega el verano, pero ¿no sería más lógico reimplantar el horario que nos corresponde por geografía y naturaleza humana? Somos cazadores y nuestro cuerpo está filogenéticamente acostumbrado a despertarse con la llegada del amanecer.

Dándome la razón, otra vez 20 minutos publicó el 29 de enero de 2010 una breve entrada en el mismo sentido:


Por favor, ayudadme a difundir este meme, a ver si en España conseguimos racionalizar los horarios de trabajo, lo cual sería el primer paso para dejar de ser un país de pandereta entre nuestros vecinos europeos.

martes, 2 de febrero de 2010

Si te encuentras con Buddha, mátalo

"Mata a Buddha si Buddha existe en alguna otra parte. Mátalo porque deberías asumir tu propia naturaleza de Buddha".

Shunryu Suzuki