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viernes, 12 de febrero de 2021

Una aventura de adopción: Capítulo 4 - La valoración psicosocial en AI

Viernes

Al llegar a Servicios Sociales, nos recibió la psicóloga del equipo de Adopción Internacional, y tras una breve charla para romper el hielo, lo primero que hizo fue... separarnos. Nos encerró a cada uno en un despacho diferente, y estuvimos unas 5-6 horas rellenando diferentes tests y cuestionarios. Sin duda el protagonista fue el test psicológico de personalidad CUIDA. En mi caso tenía bastante experiencia en rellenar tests psicológicos gracias a diferentes entrevistas de trabajo, así que le dediqué bastante tiempo (intentando buscar la coherencia en las preguntas de cruce, etc). 

El resto de cuestionarios (test de modelos educativos, test de familia, test de pareja...) eran, sobre todo, de preguntas libres a desarrollar. Lo cierto es que me parecieron preguntas sobre las que raras veces había pensado conscientemente, así que es el subconsciente el que suele jugar sus cartas en este caso. ¿Qué puedes escribir sobre el modelo educativo que quieres para tu hijo, cuando nunca has tenido hijos? En cualquier caso, no iba a dejar que mi subconsciente tomase los mandos en unas pruebas tan importante como éstas, así que, como si fuera un examen de la Universidad, me arremangué y me explayé todo lo que pude, buscando un compromiso equilibrado entre "verdad" y "apariencia". 

Al final terminé casi una hora más tarde que mi mujer, que había sido bastante más espontánea en sus respuestas que yo... Exhaustos, nos reunimos de nuevo con la psicóloga, que nos preguntó por el país que habíamos pensado para la adopción internacional. Cuando mencionamos que nuestra idea inicial era India, pudimos oír el click mental que hizo, y nos expuso una situación que, aunque ya la intuíamos, era más complicada de lo que habíamos supuesto. Aunque India era uno de los pocos países de los que seguían llegando niños en adopción a España (los otros eran Rusia, China y Vietnam, aunque solo para Vía Verde o adopciones especiales), en la práctica los niños que estaban llegando eran de expedientes antiguos, y de las tres Entidades Colaboradoras de Adopción Iternacional (ECAI) que había en España que trabajaban con India, dos ya no admitían más solicitudes y la tercera las estaba postergando. La psicóloga, aun respetando nuestra elección, nos hizo varias sugerencias. Una de las que más nos gustó fue la de Hungría, que traía pocos niños pero la demanda en España respecto a este país también era muy escasa. 

Ese viernes no solo salimos de Servicios Sociales con la preocupación de buscar un país y una ECAI, también nos dieron otro puñado de cuestionarios de preguntas personales (relación con familia, amigos, etc) para rellenar en casa, y los deberes del fin de semana terminaban con una historia de pareja y una historia personal de cada uno de nosotros, de varias hojas, que debíamos entregar en la siguiente parte de la evaluación psicosocial (el martes). No había escrito tanto desde el examen de Filosofía de Selectividad. 

Lo que nos habían contado de India había supuesto un jarro de agua fría y no teníamos un plan "B", así que cuando llegamos a casa, y tras comer algo ligero (el estrés y la adrenalina nos había quitado el apetito), estuvimos estudiando las opciones de países que nos había sugerido la técnico de Servicios Sociales. 

Cuando vimos la página web de la única ECAI que trabajaba con Hungría aquí en España, y estuvimos viendo varios blogs de personas que habían elegido este país, nos enamoró el trato manifestado por todas las familias. También nos gustó que los niños tutelados por el estado en Hungría no vivieran institucionalizados, sino que hay un sistema de familias acogedoras profesionalizadas que evitan que el niño tenga los habituales problemas de afectividad que se suelen desencadenar cuando viven en una institución. 


Sábado y domingo

Así que cogimos el teléfono y ese mismo fin de semana llamamos a la ECAI. 

En este punto debo hacer un paréntesis para explicar lo que es una ECAI. Como su propio nombre indica, es una entidad privada sin ánimo de lucro que, en el caso de Adopción Internacional, hace de intermediaria y facilitadora entre los Servicios Sociales del país solicitante, y los Servicios Sociales del país receptor de la solicitud. Es decir, los Servicios Sociales de ambos países jamás se comunican entre sí, y todas las gestiones las derivan a través de estas entidades privadas que tienen delegaciones tanto en uno como en otro país. 

En la práctica, las ECAI son las que conocen la realidad del país y los que conocen a las personas que allí se encargan de evaluar los expedientes de las familias solicitantes; recaban la documentación que el país de destino solicita, la traduce con apostilla de la Haya, y se encargan de realizar los trámites administrativos en el país de destino. En caso de ofrecimiento, hacen también de facilitadores a los futuros padres y de nexo (y traductores) entre estos y los Servicios Sociales del país de destino. Es decir, los Servicios Sociales de origen solo realizan la valoración de idoneidad de los padres, y los Servicios Sociales de destino son los encargados de la protección de los menores desde la tutela y/o retirada de custodia hasta la decisión de qué familias son las más idóneas para cada caso. Todo lo demás lo realiza la ECAI. 

Cuando llamamos a la ECAI, nos cogió la llamada su fundadora, que nos hizo una pequeña entrevista personal. Así descubrimos que con algunas ECAI el balance de oferta y demanda cae a favor de las ECAI (no de las familias), que escogen muy cuidadosamente las familias que tendrán más probabilidades de ser seleccionadas por los Servicios Sociales del país de origen del niño. El caso de esta ECAI era precisamente ése: no seleccionaban muchas familias para evitar tener largas listas de espera (además Hungría sacaba a adopción internacional a pocos niños), pero las que eran seleccionadas solían terminar el proceso en unos dos años habitualmente. Era bastante sorprendente, porque en otros países los tiempos de espera eran mucho más largos. 


Lunes

Tras pasar la entrevista telefónica, nos citaron el lunes por la mañana en La Coruña con una trabajadora de la ECAI que nos haría una entrevista personal. Allí fuimos con nuestro libro de recuerdos y una bolsa enorme cargada de ilusiones. Nos atendió en un pequeño saloncito, y allí estuvimos hablando (nos estuvieron evaluando) un par de horas. 

La trabajadora social nos explicó que la razón por la que Hungría (país #40 en el índice de desarrollo humano del PNUD) saca a niños en adopción en modalidad internacional es un poco oscura, pero parece que tiene que ver con que la mayoría de estos niños son de origen romaní, y con que Hungría es un país con bastantes prejuicios raciales. De todas formas los niños que suelen salir en adopción internacional son mayores de 3 años... pero eso encajaba perfectamente con nuestra disponibilidad inicial. 

En resumen, podríamos decir que "caímos bien" y pasamos la entrevista, así que volvimos de Coruña en coche bastante satisfechos. Tras un viernes en el que acabamos la semana agotados y con nuestra selección inicial de país frustrada y sin ECAI, empezamos esta nueva semana reconduciendo la situación, con un nuevo país elegido y una ECAI que nos había aceptado. 


Martes

Mientras el lunes estábamos en Coruña, la psicóloga aprovechó para revisar los resultados de los tests que habíamos hecho el viernes anterior, y ese mismo martes volvimos a Servicios Sociales para continuar con la valoración psico-social. Le sorprendimos gratamente diciéndole que ya habíamos conseguido una ECAI y habíamos decidido un país. Pero apenas fue un breve momento de relajación, o un pequeño triunfo (como se quiera ver). La psicóloga enseguida centró el guión del día, que estaba enfocado en primer lugar en los resultados del test de personalidad. Y para sorpresa de todos, resultó que los resultados de mi test de personalidad eran mejores que los de mi mujer (!). 

Con los resultados de los test encima de la mesa, comenzó a realizarnos una entrevista en la que, todo lo que podía salir a relucir, afloró. El resto de ese día y del día siguiente, tanto la psicóloga como la trabajadora social, respectivamente, se dedicaron a explorar cada pieza del puzzle de nuestras vidas, intentando encontrar la más mínima fisura.  

Todos tenemos ciertas ideas preconcebidas. Respecto a los requisitos para la ideoneidad para ser padres adoptivos, la mía es que no podían ser muy estrictos, y que más o menos eran un trámite que serviría para, a lo sumo, descartar a gente con taras muy evidentes. La grata realidad, al menos en el lugar y en el momento en el que afrontamos nosotros estas valoraciones psicosociales (y especialmente las entrevistas), es que fueron realmente exhaustivas. Tanto la trabajadora social como la psicóloga fueron desgranando una a una todas las respuestas que habíamos dado en los tests, y cada punto delicado de las historias de vida, ahondando en los puntos de fricción para analizar cómo de grandes eran. 

Uno de los puntos más delicados fue el del duelo por la paternidad/maternidad biológica. En nuestro caso, y como expliqué en un artículo anterior, ese duelo era inexistente o estaba muy mermado, en tanto en cuanto no hay nada que te reubique en el aquí y en el ahora de manera tan palmaria como la conciencia de la mortalidad y el hecho de haber mirado al abismo cara a cara.  

Dos intensas jornadas de siete u ocho horas cada una, reflexionando y abriéndose en canal, siempre con la tensión de no dar una respuesta "equivocada" o la imagen de una personalidad incompatible con los requisitos que requiere una maternidad/paternidad adoptiva. Para quien no lo haya vivido, es difícil de explicar. Quizá lo más parecido pueda ser una entrevista de trabajo, con la salvedad de que en este caso la entrevista duró decenas de horas repartidas entre varios días, y fallar la entrevista implicaba renunciar, posiblemente para siempre, al deseo de la paternidad. 


Miércoles

Durante la segunda jornada de entrevistas surgió el que tal vez fuese el otro gran punto de fricción, y el mayor temor de mi mujer durante todo el proceso: la cuestión de la discapacidad como posible factor limitante para una experiencia maternal completa. La trabajadora social dejó bien claro desde el primer momento lo importante que resultaba para ella la salud de los padres en la valoración de idoneidad, y puso varios ejemplos (debo decir que discutibles, en ambos casos) en los que había tenido que rechazar la solicitud de idoneidad debido a problemas físicos o de salud. 

Me gustaría abrir otro paréntesis en este punto, relativo a toda la documentación que hay que aportar para iniciar un expediente de adopción y para la valoración psicosocial: certificado de matrimonio (en nuestra región se exige 3 años casados o de convivencia demostrable para adopciones biparentales), nóminas e historia laboral, declaración de la renta, certificado de delitos sexuales, y una valoración firmada de salud del médico de familia en riguroso papel pautado del Colegio de Médicos (sic, disponible en su estanco de confianza). 

En el caso de mi mujer, esta valoración incluía lógicamente la discapacidad reconocida pero la describía como algo no limitante ni incompatible con la crianza de un menor. No obstante, el criterio último respecto a la valoración de idoneidad es del equipo técnico de Servicios Sociales. La trabajadora social que nos entrevistó nos contó, con mucho cuajo, algunos casos en los que había terminado denunciada y teniendo que testificar en el juzgado porque su decisión técnica negativa estaba argumentada en contra de informes médicos prescritos por un médico especialista. 

A toro pasado, uno podría pensar que estas historias las estaba contando para generar nerviosismo en nosotros, o bien para dejar muy claro que iba a imponer su criterio técnico independientemente de lo que los informes médicos pusiesen por escrito. En cualquiera de los dos casos, lo cierto es que no resultaba muy tranquilizador. 

Tras esta última jornada de entrevistas, y a pesar de que teníamos la sensación de que la cosa iba bien, lo cierto es quedaba todo en el aire, a expensas de la visita a domicilio que la propia trabajadora social agendó para ese mismo viernes. Afortunadamente la eliminatoria se iba a decidir en casa del equipo local. 


Jueves

Tuvimos todo el jueves para ordenar, limpiar y adaptar la casa en la medida de lo posible. Bajamos al trastero varias cajas con ropa, libros y trastos, para intentar dar espacio y adecuar la habitación del posible niño/a todo lo posible. Pero no nos limitamos a la habitación: ordenamos el baño, la cocina, el salón, nuestro propio dormitorio... Pusimos una par de plantas aromáticas en la cocina, e incluso el día de la visita hicimos un bizcocho para que la casa oliera a "hogar". Trucos sucios de vendedor barato. 


Viernes

Cuando la trabajadora social llegó a casa, todo estaba preparado, y como supusimos inspeccionó todas las habitaciones. En el baño nos contó una anécdota relacionada con libros que hizo que me pusiese a temblar, pues yo también tenía mi selección de libros en el baño para homenajear el momento de ir al trono. La habitación infantil le pareció correcta y adecuada, y cuando vio nuestros respectivos instrumentos (guitarra y piano) nos pidió que tocásemos algo (afortunadamente, también habíamos ensayado pues nos temíamos esa posibilidad). 

La ronda duró unos pocos minutos, en realidad. Cuando llegamos a la cocina, le ofrecimos un poco de bizcocho, que aceptó gustosa, y allí sentados fue cuando le comentamos un cambio en la disponibilidad que habíamos decidido. 

Ya en la entrevista del miércoles se había comentado que nuestra casa de dos habitaciones, quizá, era demasiado pequeña para dos hermanos, que era nuestra disponibilidad inicial. Mis mejores recuerdos de la infancia suceden compartiendo habitación con mis dos hermanos; sin embargo con niños de distinto sexo quizá pudiera haber algún problema durante la pubertad, aunque en teoría tendría que transcurrir bastante tiempo aún. Aún así, la falta de espacio sí que nos pareció que podía ser un problema para nosotros, los padres. Dos niños, dos gatas y nosotros en un piso de menos de 60 menos cuadrados tal vez fuese una prueba demasiado exigente para dos adultos que llevaban muchos años viviendo solos. La segunda viviendo aún era un proyecto lejano para el que quedaban muchos años. Y el alquiler de otro piso más grande nos parecía que, siendo viable, era algo que no fluía con la situación en la nos encontrábamos. 

Así que, tras rumiarlo un par de días, el día de la visita le comunicamos a la trabajadora social ese cambio en nuestra disponibilidad. Ella se mostró gratamente sorprendida, y nos confesó que dudaba de nuestra capacidad para adoptar a una pareja de hermanos... pero no por nuestra casa, sino por nuestros trabajos, demasiado exigentes según la percepción que se había llevado de nuestras explicaciones durante las entrevistas personales, y tal vez incompatibles con el nivel de trabajo que conlleva la crianza de niños adoptados. Una vez más nos hizo hincapié en que todo niño adoptado viene con una mochila (más grande o más pequeña) de la que hay que ser consciente, y que la paternidad adoptiva es mucho más exigente que la biológica. 


Coda

Con esta visita a domicilio y este último cambio de disponibilidad, que tuvimos que presentar como adenda por escrito, se cerró una semana que había sido una locura total y que había supuesto en nosotros un drenaje emocional que nos había dejado exhaustos, y se abrió un pequeño paréntesis en el que estuvimos esperando que nuestro expediente fuese llevado a Comisión para saber si finalmente habíamos sido propuestos como aptos para la Adopción Internacional en Hungría.

Tras unas pocas semanas de espera, finalmente recibimos una llamada del equipo de Adopción Internacional. ¡Éramos idóneos! Sin embargo, las buenas noticias y las sorpresas no acababan ahí. Nada más colgar la llamada, recibimos otra del equipo de Adopción Nacional: querían valorarnos... puesto que había un posible encaje con un niño, según nuestra disponibilidad manifestada. ¿Qué diablos había sucedido para que, ni cinco minutos después de que el equipo de AI nos comunicaran la idoneidad, nos llamaran desde el equipo de AN?

Continuará...