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viernes, 28 de diciembre de 2012

El Hobbit

Navidad es un tiempo y un lugar para las costumbres y las tradiciones. ¿Qué iba a ser de las navidades sin la cena de nochebuena con toda la familia discutiendo? ¿Cómo plantearse una comida de Navidad sin las sobras del día anterior y una buena y nueva discusión?

Cuando la logística de viajes a Madrid lo permite, después de los chupitos de la comida de Navidad, no se me ocurre un plan mejor que ir al cine a dejar que el último cacho de cordero se asiente correctamente entre el píloro y el duodeno, mientras mi cerebro descansa e intenta olvidar lo sucedido un par de horas antes.

Este año por fin se ha estrenado "El hobbit", tras un retraso de unos cuantos años en los que el realizador Guillermo del Toro se cayó del proyecto por causas desconocidas pero sospechosas (en las que el duelo de egos con el otrora también gordito de Hollywood, Peter Jackson, no parece la causa menos probable).

La visión que tenía en mente Guillermo del Toro sobre la primera película del Hobbit era "[...] ilustrarlo como un cuento de hadas. Del Toro planeaba trata su visión de "El Hobbit" de manera expresionista. Los cielos del film, por ejemplo, no recrearían fenómenos atmosféricos posibles, sino una visión onírica que recuperara el valor plástico de los matt-paintings. El diseño de personajes cambiaría radicalmente, sobre todo en la gran estrella de la función, Smaug, que Del Toro pretendía recrear basándose en los dragones chinos de cuerpo serpentino [...]. Y lo más espectacular: Del Toro pretendía que el apartado visual tuviera "estaciones"; ocho para ser exactos [...]" (Scifiworld #56).

Gollum

A la vista del resultado de la cinta de Jackson... pues la verdad es que uno se queda con las ganas de ver lo que hubiese podido hacer Del Toro.

Efectivamente, la sensación con la que salí del cine es de haber visto una precuela de "El señor de los anillos" en lugar de una adaptación de "El hobbit". Y esta aseveración no es un halago precisamente.

Creo que "El hobbit" (libro) tiene un corpus formal e intencional muy diferente de "El señor de los anillos". El libro que J. R. R. Tolkien escribió en 1937 es un cuento infantil, casi un cuento de hadas, que Tolkien escribía para divertir a sus hijos pequeños. "El señor de los anillos", sin embargo, publicado por primera vez en 1954, tiene un tono notablemente más oscuro y debe leerse como un viaje iniciático de autodescubrimiento y, a la vez, una pérdida de la inocencia.

Es decir, "El hobbit" y "El señor de los anillos" son dos libros completamente diferentes con intenciones, estilos y mensajes absolutamente diferenciados. Solo tienen en común algunos personajes y el universo de la Tierra Media en el que ambas historias se desarrollan.

Por tanto, la idea original de Guillermo Del toro parece mucho más acertada que la desarrollada finalmente por Peter Jackson, quien fiel a la trilogía del anillo y a sí mismo ha realizado una precuela estilística, narrativa y ambiental de su magnum opus.

Así, las intenciones de Jackson se muestran ya desde el prólogo de la película, en el que Ian Holm (el Bilbo de la trilogía original) está acabando de escribir su autobiografía el día antes de la celebración de su 111 cumpleaños (mostrado en "LOTR: La comunidad del anillo"), convirtiendo toda la película en un largo flashback. ¡Hasta hace un cameo Elijah Wood!

Gollum

Estas intenciones se ven materializadas posteriormente con repetición de:

  1. Lugares (por supuesto La Comarca, la Cima de los Vientos, una más que extendida estancia en Rivendel...)
  2. Personajes (los mencionados Ian Holm y Elijah Wood interpretando a Bilbo y Frodo de la trilogía original, Elrond, Galadriel...)
  3. Fotografía, con las mismas soluciones visuales que en LOTR (uso de helicópteros para panorámicas, misma paleta cromática, batallas a slow motion...)
  4. Banda sonora de Howard Shore, donde se vuelven a escuchar cortes de LOTR para acompañara las imágenes de la Comarca, Rivendel, Galadriel, los Nazgul, los orcos...
  5. Y en definitiva guión, donde Jackson hace todo lo posible por unir ambos universos a través de un desarrollo de historias y personajes que deja aparcado el drama de Smaug para centrarse en el Nigromante y el surgimiento de un poder oscuro en el Este (tal vez este capítulo efectivamente aparezca en el libro, pero no lo recuerdo), y en los orcos como el ejército personificado de un Mal invisible pero latente.

Tal vez mi opinión esté sesgada por el hecho de que he visto recientemente la trilogía original y quería desintoxicarme de ella con una nueva visión de la Tierra Media. Lo que me he encontrado es, sin embargo, taza y media de lo mismo. Un empacho de LOTR que, por otra parte y dejando a un lado esta decepción personal, resulta una película de lo más entretenida y con (como pasaba con la trilogía original) auténticos momentos de cine en los que el gamberrismo de Peter Jackson aún se deja ver de vez en cuando, aunque cada vez, por desgracia, con menos frecuencia.