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martes, 16 de agosto de 2005

...The End...


This is the end
Beautiful friend
This is the end
My only friend, the end


Of our elaborate plans, the end
Of everything that stands, the end
No safety or surprise, the end
I'll never look into your eyes...again


Can you picture what will be
So limitless and free
Desperately in need...of some...stranger's hand
In a...desperate land


Lost in a Roman...wilderness of pain
And all the children are insane
All the children are insane
Waiting for the summer rain, yeah


There's danger on the edge of town
Ride the King's highway, baby
Weird scenes inside the gold mine
Ride the highway west, baby


Ride the snake, ride the snake
To the lake, the ancient lake, baby
The snake is long, seven miles
Ride the snake...he's old, and his skin is cold


The west is the best
The west is the best
Get here, and we'll do the rest


The blue bus is callin' us
The blue bus is callin' us
Driver, where you taken' us


The killer awoke before dawn, he put his boots on
He took a face from the ancient gallery
And he walked on down the hall
He went into the room where his sister lived, and...then he
Paid a visit to his brother, and then he
He walked on down the hall, and
And he came to a door...and he looked inside
Father, yes son, I want to kill you
Mother...I want to...fuck you


C'mon baby, take a chance with us
C'mon baby, take a chance with us
C'mon baby, take a chance with us
And meet me at the back of the blue bus
Doin' a blue rock
On a blue bus
Doin' a blue rock
C'mon, yeah


Kill, kill, kill, kill, kill, kill


This is the end
Beautiful friend
This is the end
My only friend, the end


It hurts to set you free
But you'll never follow me
The end of laughter and soft lies
The end of nights we tried to die

This is the end


sábado, 13 de agosto de 2005

Tyres tracks and drunk hearts

Me encanta Gijón, pero después de un año extraño para mí, necesitaba desconectar unos días de la ciudad. Después de varias propuestas (entre ellas una descabellada consistente en ir en coche por los Países Bajos, Alemana, Chequia, Suiza, Italia y Francia y otra algo menos hilarante que comprendía solamente el sur de Francia y el norte de Italia), descubrí el itinerario para la salida de la manera más tonta y casual en una pequeña reseña en elmundo.es, donde se decía algo así como que Miguel Ríos, Marta Sánchez y Bonnie Tyler se iban de vinos. En un primer momento ni siquiera abrí la noticia, pero unos minutos después mi cerebro, que seguía rumiando lo leído, me hizo volver al periódico y leer la noticia completa. En Barbastro, provincia de Huesca, se celebraba un festival de degustación de vinos y gastronomía de la tierra. Y el domingo 7 de agosto iba a cerrar la fiesta Bonnie Tyler, a quien habíamos perdido la ocasión de ver en junio en la mini-gira que dio por España (Madrid y Barcelona). Esos días yo tenía exámenes y Marcos estaba con una gastroenteritis de caballo. Al final resultó que habernos perdido aquellos conciertos hizo que nos fuésemos cuatro días de vacaciones, ya que la actuación de la galesa fue lo que nos convenció en última instancia.

La idea de ir por Navarra y La Rioja, no obstante, había sido una propuesta de Marcos. Acuciado por mí, había lanzado la propuesta como último recurso para que le dejase en paz. Y yo la había aceptado con un entusiasmo moderado. Pero lo de Bonnie Tyler era otra cosa, lo suficientemente importante como para llamar a mi hermano para que supiese que aquél fin de semana no iba a estar en casa (finalmente él retrasaría el viaje a Gijón por mi culpa). Además, aunque a mí no me entusiasmase la idea de la degustación de vinos, sabía que no ocurriría así con Marcos, que cuando quiere es un borracho a la altura de las circunstancias.

La propuesta la hice el miércoles por la tarde. En un partido a menos una le terminé de convencer, el jueves por la mañana fui a un par de bibliotecas a sacar guías de viaje de Aragón, Navarra y La Rioja, y por la tarde Marcos vino hasta mi casa y lo terminamos de arreglar todo. Indagamos por Internet los precios más baratos para dormir los tres días, y el mismo jueves hicimos las reservas. Desgraciadamente no reservamos las entradas para el concierto de Bonnie Tyler (suponiendo que la plaza de toros de Barbastro no se iba a llenar ni de coña), lo que a la postre nos daría un buen disgusto.

Así que el viernes a las ocho y media estaba en la puerta de Marcos y unos minutos después nos poníamos en camino con el Renault Clio tinto, reserva del 93 (cambio de denominación implementado a petición del dueño del vehículo). Como es lógico, llevé la cámara de fotos, pero también la videocámara, con lo que el registro del viaje fue bastante completo. Esta propia crónica es un intento de hacer memoria y rebuscar esos detalles que no quedaron plasmados en fotografías, y cuyo recuerdo es probable que olvide con el tiempo. La vena existencialista que subyace en mí se niega a aceptar que las personas que voy conociendo a lo largo de mi vida en algún momento se separarán de mí y no las volveré a ver, con lo que al final solo me quedarán los recuerdos que tenga de ellas. Este es un intento desesperado por mantenerlos lo más vívidos posibles.

Hicimos el viaje del tirón hasta Nájera, pasando el tramo de nacional de Llanes, Santander (nos equivocamos y durante unos treinta kilómetros cogimos la nacional en lugar de la autopista) y Bilbao (donde cogimos la autopista de peaje).


Marcos había encontrado por Internet una bodega donde hacían visitas guiadas. Tuvimos la suerte de llegar a una hora en la que se hacía una de ellas, de modo que nos acoplamos a otra pareja de snobs y fuimos visitando las instalaciones de la bodega "Cuna de Reyes". Finalmente comimos allí; yo un marmitaco (patatas cocidas con bacalao y queso) y un redondo a la brasa con una salsa deliciosa. 12€ per capita. Yo me ventilé casi una botella de vino joven. Total, ya que lo habíamos pagado, no iba a quedar allí...


Después de comer hicimos una pequeña ruta hacia el sur: el monasterio de Suso de San Millán de la Cogolla, donde se supone que aparecieron los primeros registros escritos del castellano, y luego fuimos hasta el pueblecito de Villanueva de Cameros, bastante bonito, con una gente de lo más amable que te saludaba al verte, y un perro que no paró de darnos la coña. Creo que había cuatro chavales en todo el pueblo, y estaban sentados al lado del cementerio. Muy irónico. Después deshicimos el camino hacia Logroño, rodeados por unas montañas muy raras que Marcos sabrá cómo se llaman. Recuerdo que me lo dijo, pero no recuerdo lo que me dijo. Actualización: al parecer se llaman terrazas.

Entramos por el sur a la ciudad de Logroño, y no nos costó demasiado encontrar la pensión La Castellana. Llamamos por teléfono porque eran casi las ocho de la tarde, pero casualmente el paisano estaba en la pensión, así que nos dirigimos hacia allí para llevar las maletas y ver las habitaciones. Por sólo 28€ la habitación doble, resultó la más barata de las tres pensiones. Y la habitación era la polla en vinagre, un antiguo salón, remodelado para hacer las veces de dormitorio. Pero vaya pedazo de salón. Y había dos baños compartidos, pero tuvimos la suerte de no encontrarnos a nadie durante las horas que pasamos allí, de forma que en vez de no tener un baño en la habitación, lo que teníamos era un baño para cada uno, de forma que podíamos ducharnos simultáneamente en el tiempo y de esa manera no lo perdíamos esperando el uno por el otro. Sin embargo, fue el sitio donde peor dormí, y no precisamente porque las camas fueran pequeñas o porque hubiese mucho ruido, sino porque el primer día que duermo fuera de casa me cuesta bastante conciliar el sueño.


Después de coger la llave fuimos a visitar el casco antiguo de la ciudad y el río Ebro. Localizamos la calle del Laurel, y nos tomamos un pincho moruno en uno de los bares de tapeo. Un poco más tarde volvimos a la pensión a ducharnos y maquearnos un poco, tras lo cual volvimos a salir con el "I am just a gigolo" en los labios.

Comimos unos bocadillos en uno de los bares de la zona de tapeo, y luego paseamos un rato más por la zona y entramos en otro bar especializado en setas, donde la camarera era muy maja (en general los de Logroño -en realidad todos los riojanos- me parecieron unos tíos muy simpáticos y abiertos, a diferencia de los navarros). Madre mía, qué ricas estaban (las setas). En algún sitio escuché que en Logroño está el bar más estrecho del mundo. Y no me parece descabellado, después de lo que vimos. Bares muy muy estrechos y apelotonados en tres o cuatro calles del casco viejo. La gente va allí a tomarse una tapa y a acompañarla de un vinito o una caña. Tiene que ser una experiencia tener pasta y poder gastarte 30€ en una noche dando vueltas por esa zona, comiendo tapas y bebiendo cerveza. Nosotros lo limitamos a un par de pinchos y a un bocadillo que nos sirvió de cena, tras lo cual nos volvimos a la pensión e intentamos dormir. No lo conseguimos del todo, y a la mañana siguiente culpamos a las setas.


El sábado nos levantamos a las ocho y cuarto de la mañana. Cogimos el coche y después de sacar unas fotos de Las Gaunas para Aitor, buscamos una cafetería donde desayunar. Encontramos una cerca del Polideportivo, donde una chiquilla de unos diecisiete años con tanga nos atendió amablemente (croissant y cola cao). Luego cogimos el coche y después de preguntar a un camionero en una gasolinera cómo demonios podíamos evitar tener que coger la autopista para ir a Pamplona, nos hicimos un par de puertos, el primero Etxauri (pasando Estella, donde debían de estar de fiesta), y después enfilamos hacia el pirineo navarro (Roncesvalles).

Para ello tuvimos que pasar por el mayor hayedo de España. La carretera, que bordea el río Irati, lo atravesaba de norte a sur, e hicimos una parada para sacar unas fotos y respirar el aire puro que fabricaban todos aquellos árboles. Yo arriesgué la vida bajando por unas piedras hasta el río, y me ortigué las dos piernas, pero al final mereció la pena pues me refresqué con el agua del río y saqué unas cuantas fotos del lugar.

Después de coronar el puerto, y bajando hacia el sur, intentamos buscar un sitio donde comer, pero los precios eran elevados, aunque a medida que bajábamos iban disminuyendo. Probamos con un par de pueblos más, incluso en el restaurante de un camping, pero al final tuvimos que comer en un bar de carretera (unas pochas y bacalao con patatas fritas, amén de un par de trozos de toro que le robé a Marcos). Por 11€ cada uno comimos bastante bien.

Con el estómago lleno y el apetito saciado nos dirigimos a Pamplona. Allí entramos al barrio de Burlada, donde una señorita sudamericana con pinta de prostituta no me fue de ninguna ayuda (entendámonos, sólo me acerqué a preguntarle cómo rayos se podía llegar a Casa Jacinto). Pero finalmente conseguimos llegar. Nos cobraron un huevo (48€ por una doble con baño; Marcos se empeñó en que quería ducharse al menos un día, aunque a la postre se duchó cinco veces en poco más de tres días). La habitación era bastante pequeña, pero moderna, con aire acondicionado y un baño muy aséptico y limpio.

Tras ducharnos y dejar las cosas a buen recaudo cogimos el coche para dar una vuelta por el centro de Pamplona. Aparcamos como pudimos y visitamos la plaza mayor, la calle Estafeta y unas pocas chorradas más. This town, so fucking glamorous. Tiene una zona muy bonita, que es la que da al norte, donde uno se puede echar en la hierba y mirar las montañas del norte, e imaginar a los ejércitos intentar ocupar la ciudad, para lo cual tenían que atravesar los tres niveles de amurallamiento que existen. Luego fuimos a ver la antigua ciudadela, o lo que queda de ella. Una cosa también bastante impresionante, sobre todo imaginarse a un ejército intentando atravesar aquéllo. Pero por dentro era bastante más cutre, y poco cuidada, y el enclave no era tan hermoso como el que hay al norte, cerca de la catedral.

A las nueve decidimos tomar un bocado, pero la cuestión monetario ya se estaba resintiendo, así que fuimos a una bocatería y nos pillamos un bocata de txistorra con queso. No estaba mal. Cogimos el coche y de nuevo para casa. Ni siquiera se sugirió lo de ir a la zona de marcha. Ni Marcos ni yo somos de salir mucho, y el día siguiente iba a ser duro. Decidimos quedarnos en la habitación y descansar. Y eso fue lo que hicimos. Vimos "Los años bárbaros", que estaban echando en etb, y luego yo vi un cacho de "Terminator", hasta la secuencia en la que el bueno rescata a Sarah Connor del cyborg asesino. Y luego a dormir.


Domingo por la mañana. Ducha rápida (sí, confieso que me llevé las toallas, que eran bien bonitas y de alguna forma tenía que amortizar la pasta que costaba la habitación) y para el coche. Teníamos muchos kilómetros por delante. Paramos en una gasolinera, compramos unos bollitos y desayunamos allí mismo. Luego seguimos por la carretera con la intención de subir Portalet, cerca de Formigal. Fue otro momento precioso del viaje. La fotografía del valle no le hace la suficiente justicia al paisaje que se abría ante nuestros ojos. Formigal, hollado por fenómenos glaciares. Y Portalet, con una visión mágica de los pirineos franceses.

Apenas pasamos doscientos metros la frontera y dimos la vuelta, después de sacar unas cuantas fotografías. Descartamos la idea de ir al Col des Moines, un puerto que me da la impresión que se sube muchas veces en el Tour de Francia, y que tiene más de dos mil quinientos metros de altitud. Pero no había ninguna carretera marcada, de forma que deshicimos el viaje y marchamos en dirección a Barbastro. Antes de llegar paramos en Huesca a comer algo (un plato del día bastante insulso de 10€), y continuamos hasta el pueblo. Allí buscamos la pensión Roxi, que resultó bastante cutre. 32€ por una habitación diminuta, sin baño, con una sola toma de corriente, una puerta de la calle que no abría bien, un baño sin luz y otro difícilmente descriptible. Pero en fin, es lo que tiene la falta de competencia. Después de pedir un ladrón en la recepción, nos pusimos a visionar lo que había grabado hasta el momento con la videocámara, e incluso nos permitimos unas breves declaraciones e insertamos un flashforward por equivocación en mitad de la cinta.


Por la tarde nos acercamos hasta la plaza de toros y al museo del vino. Nos dijeron que la taquilla para el concierto de Bonnie Tyler abriría a las ocho de la tarde, más o menos. Pero en la vuelta a la habitación escuchamos a un gilipollas diciendo que se habían agotado las entradas. Me resulta duro rememorar ahora el par de horas que pasamos, primero dando vueltas por el pueblo, buscando un cajero de La Caixa para comprobar lo que había dicho aquél idiota, y luego encerrados en la habitación, viendo a Cruz y Raya (lo cual me levantó un poco la moral, tengo que decirlo). Después de que Marcos se duchara (yo desistí) y nos vistiésemos, bajamos otra vez hacia la plaza de toros, pero las taquillas estaban abiertas (buena señal), de forma que al final sí que había entradas. El zoquete aquél debía de estar vacilando a su novia, pero lo cierto es que casi me da un pasmo allí mismo.

A las nueve se abrieron las puertas del Festival de Vino del Somontano, donde por 7€ podíamos degustar 6 vasos de vino. Bebimos solamente 5 (Marcos me echó su vino blanco en mi copa y pidió su tercer vaso, de forma que yo no pude con el mío). Me gustó la copa, así que salí con ella por la puerta principal y la escondí cerca de un árbol con la intención de recuperarla a la salida del concierto.


A las diez y cuarto entramos en la plaza de toros, muy pequeñita (lo cual nos había hecho sospechar que sí era posible que se pudiesen acabar las entradas), y después de pedirnos un katxi de cerveza (¡¡¡6€!!!) y sentarnos primero en el tendido y después cerca del foso, nos acercamos a las vallas, donde hicimos una breve amistad con unas chicas de Barcelona, una especie de groupies de la galesa. Una de ellas, la extrovertida, se llamaba Irene. O por lo menos así la llamó Marcos durante el resto de la noche, aunque claro, con la mezcla de vino de crianza y cerveza san miguel perronera, no era muy inteligente fiarse de él esa noche.


A las once y cuarto más o menos empezó el concierto, y he de decir que para mí estuvo muy bien, bastante mejor de lo que esperaba. Había visto recientemente a Bonnie Tyler en el programa de Buenafuente, y me había parecido bastante cascada. Sin embargo, en la hora y media que duró el concierto (ya sé que no es mucho, pero demonios, era un pueblo de mierda, y tiene cincuenta y dos años) la voz apenas se le resintió un poco al final, e hizo vibrar al público con una colección impresionante de clásicos. Incluso se permitió una versión de Guns'n'Roses y otra de Janis Joplin. Después de un bis, el concierto finalizó, y estuvimos a punto de quedarnos a esperar la salida de la diva, pero no teníamos boli para que nos firmara el autógrafo, y a Marcos se le veía un poco estresado allí esperando, así que nos fuimos de vuelta al festival de vino, donde pedimos otro ticket y nos bebimos un par de copas de vino cada uno. Esta vez Marcos se atrevió a llevarse su copa (yo volví a llevarme la mía de nuevo), aunque en esta ocasión salimos por una salida lateral por donde había mucha menos gente que antes; fuimos a buscar la copa escondida y tras cogerla volvimos a la habitación de la pensión, bastante cocidos (por lo menos yo).

Aunque la habitación era muy cutre, y la cama no era todo lo cómoda que podía ser, dormí del tirón siete horas, hasta que me despertó la oruga de la obra. A regañadientes me levanté, y fuimos a desayunar a una cafetería servida por una chica muy maja, aunque un poco sorda, que casi no se acuerda de darnos los donuts que le pedimos. Y después del desayuno, poco más que contar.

La propuesta de visitar las Bárdenas Reales no satisfizo a Marcos, así que nos hicimos el viaje de regreso casi del tirón, cogiendo la autopista de peaje ya en Zaragoza, apenas descansando veinte minutos para comprarnos algo en un supermercado y comer allí mismo (unas patatas fritas y una coca cola). Logroño, Bilbao, Santander, y para casa.

En fin, un viaje que dio muchísimo de sí, y aunque me quedan un par de espinitas clavadas (el autógrafo de Bonnie Tyler y haber visitado las Bárdenas), lo recordaré durante bastante tiempo. La única lástima es que tanta gente se rajase y se perdiese la oportunidad de vivir unos días estupendos en nuestra incandescente compañía :-D

jueves, 4 de agosto de 2005

Estuve borracho muchos años, después me morí

¡Adiós, muchachos! El lunes volveremos a estar con Vds, si Dios quiere.