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viernes, 15 de julio de 2011

Historias de Madrid: los parques (II) - Templo de Debod

La historia del templo de Debod, ubicado en la parte meridional del Parque del Oeste (al que dedicaré una entrada completa más adelante), es fascinante.

Debido a la construcción de la presa de Asuán, en Egipto, todos los templos de la región de Nubia fueron puestos en peligro, y tras un llamamiento de la Unesco a la cooperación internacional, España participó en las labores de ayuda para el desmantelamiento y traslado de los principales templos de la zona, especialmente el de Abu Simbel.

En compensación por su ayuda, el gobierno egipcio regaló a España el templo de Debod. La historia del traslado y posterior reconstrucción no tiene desperdicio.

Una vez desmontado el templo en 1961, fue llevado a la isla Elefantina, junto a Asuán, la antigua Siena. Allí permanecieron la mayoría de los bloques de piedra hasta el mes de abril de 1970, en que de nuevo viajaron; esta vez, rumbo a Alejandría. El día 6 de junio de dicho año, las cajas embaladas que contenían los bloques del templo de Debod fueron embarcadas en el buque Benisa y llegaron al puerto de Valencia (España) el día 18 de ese mismo mes. Desde Valencia fueron transportadas en camiones hasta Madrid, donde se almacenaron en el solar del Cuartel de la Montaña.

La tarea de los arqueólogos españoles bajo la dirección de Martín Almagro fue difícil, pues el Servicio de Antigüedades de Egipto sólo entregó un plano y un croquis del alzado del monumento, junto con algunas fotografías sin referencia de ninguna clase. Más de cien bloques habían perdido la numeración y muchos fragmentos llevaban una marca que no correspondía al plano. Finalmente, y tras varios titubeos, la reconstrucción del templo fue una anastilosis, lo cual levantó ex-novo la fachada hipóstila, bajo columnas, perdida desde el siglo XIX, y cerró el mammisi por su lado este.


Actualmente, los madrileños viven el templo de Debod como el lugar desde el que se puede ver la mejor puesta de sol de Madrid.

El ambiente mágico y ancestral del lugar, junto con la cuidada iluminación nocturna y una bonita puesta de sol sobre la Casa de Campo, han convertido esta zona del parque del Oeste en un bello mirador para muchos madrileños pero, sobre todo, muchos turistas que no se quieren ir de Madrid sin su foto del atardecer en el Templo de Debod:

miércoles, 6 de julio de 2011

Historias de Madrid: los parques (I) - La quinta de los molinos

Un conocido mío lleva años sorprendido de que aún permanezca en Madrid; de que no haya caído en la enfermedad del que ha nacido cerca del mar y se ve obligado por las circunstancias a emigrar a otro sitio.

Y además Madrid.

Uf.

Desde luego Madrid no es un sitio fácil para todo el mundo. Pero con un pequeño esfuerzo, hay joyas escondidas en la capital de España que aún están a descubrir por los propios madrileños. Lo que hace que esas joyas refuljan con más fuerza y sorprendan con más energía a sus visitantes inesperados.

Algunas de sus piedras preciosas están en sus desconocidos parques. Salvo el Jardín del Buen Retiro (que como su propio nombre indica no es un parque sino un jardín), el resto de los parques de Madrid apenas son una mancha verde en el imaginario colectivo madrileño.

Uno de ellos es el parque de la Quinta de los Molinos, cuya foto ilustra esta entrada.



Un oasis olvidado que mira cara a cara a la calle Alcalá, y que en primavera se transforma, pasando de ser un parque en el que perderse leyendo, a ser un parque de numerosos, exuberantes y olorosos almendros en flor, que embargan al visitante de aromas y colores que jamás pensó que pudiera descubrir entre esas calles.

En mi opinión, una cita ineludible para todo aquel que quiera conocer el "Madrid de los Austrias Asturias", como bien bautizó mi amiga Sandra a aquellos pequeños rincones de Madrid que solo los emigrantes que buscamos un pequeño refugio, un pequeño oasis de tranquilidad y serenidad, hemos sido capaces de encontrar.