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domingo, 20 de febrero de 2011

Crónica del 13F

Ha sido ésta una semana complicada para mí, por diversos motivos, y quizá sea un poco tarde para hacer una crónica de lo que pasó el 13 de febrero.

Pero prefiero no dejar que se queden en el tintero las impresiones que me llevé aquel día y las reflexiones que he ido madurando.

La primera reflexión es para Anonymous, un movimiento que se comenzó a gestar orgánicamente hace unos pocos años en Estados Unidos, y que poco a poco se está introduciendo en nuestro país.

¿Qué o quién es Anonymous? Leámoslo en la Wikipedia:

Anonymous (en español: Anónimos) es un término utilizado en dos sentidos. Como un meme o fenómeno de Internet, representa el concepto de muchos usuarios de la comunidad online, o la comunidad en sí misma, actuando anónimamente de forma coordinada, generalmente hacia un objetivo vagamente acordado.

Es también una etiqueta adoptada por grupos de personas, sin una organización definida, que no pertenecen a ninguna asociación, pero que se unen a las protestas y otras acciones bajo el nombre de Anonymous, que se deriva del mismo meme. Generalmente se considera como un término para ciertas subculturas de Internet.

Las acciones atribuidas a Anonymous son llevadas a cabo por individuos no identificados que se autodenominan Anonymous. Después de una serie de polémicas, protestas y ataques DDoS en 2008, los incidentes vinculados a sus miembros son cada vez más comunes.

Pero cuando Anonymous saltó a la escena internacional fue cuando recientemente echó abajo las páginas de Visa, Mastercard, Amazon y PayPal, mediante ataques de denegación distribuida de servicio (DDOS) en protesta por el acoso a los canales de financiación de Wikileaks.

Así, esta fue mi primer toma de contacto con Anonymous, y la primera de muchas, ya que posteriormente, en una manifestación a favor de Julian Assange en la Plaza de Callao, encontré a unos tipos con la máscara de Guy Fawkes que repartían pegatinas autogestionadas de Anonymous.


Gracias a ese contacto, pude tener informaciónd e primera mano de la forma de autocontrol de Anonymous, de su famoso canal de IRC, y de lo que se cocía en aquella mente colmena, que supuestamente toma las decisiones y decide las siguientes operaciones de forma colectiva.

En la práctica, el que tenemos aquí en España es un movimiento bastante caótico, impulsado en su mayor parte por gente demasiado joven, algunos de ellos llenos de ideas revolucionarias, pero muchos otros tan solo con deseos de poder y megalomaníacos. En este sentido se pueden interpretar los comunicados en contra del portavoz de freewikileaks.eu o las amenazas publicadas por Neuro en su propio blog (el que se supone un blog colmena) contra Anonymous Nano.

Aunque decepcionado por estas disputas internas, me decidí no obstante a acudir a la concentración que Anonymous había convocado el día de los Goya, aunque en lugar de dirigirnos a la Plaza del Rey (donde la autoridad municipal había ordenado reubicar la concentración), se decidió cambiar la manifestación por una concentración ciudadana en las mismas vallas del Teatro Real.

El 13 de febrero se celebraba la "fiesta" del cine español, cuyo único valor puede ser la imagen exportada de nuestro cine al resto del mundo, ya que la ceremonia y los premios en sí mismos no son más que una comedura de polla colectiva, en la que nadie quiere abrir un debate realmente productivo sobre el futuro del cine español.

Un mercado español que, ciertamente, está viviendo uno de sus momentos más bajos dentro de nuestro país, aunque paradójicamente estamos asistiendo a un éxodo masivo de directores, directores de fotografía, compositores, técnicos, actores y demás profesionales de la industria del cine hacia otros países, sobre todo Estados Unidos, donde un Hollywood seco de ideas hace tiempo que empezó una estrategegia de importación de talentos.

Éste era, pues, el escenario en el que se iba a desarrollar la gala de los Goya. Tan solo unos pocos "rebeldes" de nuestro cine, como el director de la Academia Álex de la Iglesia, y Asumpta Serna e Imanol Arias, dieron una muestra de apoyo al colectivo de ciudadanos que aquel domingo se estaba empezando a concentrar tras las vallas del dispositivo de seguridad que se había montado para el evento.

En ese dispositivo de seguridad cabe destacar la presencia de seguridad privada, como el individuo que se aprecia en la foto de a continuación. El autor del blog cree que era un profesional de la seguridad privada por los comentarios que hacía a sus acompañantes y el que espetó en un walki-talkie: "[...] hemos detectado un grupo de individuos de apariencia sospechosa en uno de los laterales de las vallas [...]".


Los rumores sobre la presencia de infiltrados aborotadores que iban a reventar la concentración, era algo de lo que se había hablado en redes sociales y foros durante los días previos. Pero esa intimidación, más que miedo, fue un acicate para los indecisos, y así, sobre las 20:00 horas, y con algunos titubeos, empezaron a escucharse los primeros cánticos y las primeras consignas en frente del Teatro Real.

Y fue un éxito, y un ejemplo de comportamiento para todos los que allí asistimos. Los verdaderos Anonymous aconsejaban silencio cuando algún alborotador lanzaba una consigna que supusiese un insulto, y cuando algunos lanzaron huevos a los asistentes a la gala, inmediatamente fueron reprendidos mediante contra-consignas.

La concentración en sí fue recogida con bastante fidelidad por algunos medios independientes. Por supuesto las televisiones y los medios tradicionales manipularon la información al máximo, reseñando la concentración como una nota anecdótica en una gran fiesta del cine español (en esta estrategia de manipulación, la organización incluso colocó una hilera de azafatas con paraguas para que los Anonymous no saliésemos en la foto de la fiesta). A pesar de todo, solo hacía falta ver la cara de los profesionales de la industria que entraban en el Teatro Real para hacerse una idea de lo que se estaba cociendo fuera: una auténtica olla a presión de consignas, cánticos, buen rollo y protesta en contra de una ministra (Ángeles González-Sinde), pero sobre todo de una ley que ataca la libertad de la Red tal y como la conocemos actualmente.


La ley Sinde-Biden, término acuñado por el binomio González-Sinde (ministra de Cultura) y el vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden, es un primer paso en un mapa de ruta diseñado desde Estados Unidos, con la connivencia de la Unión Europea, para acabar con la libertad informativa que existe actualmente en Internet. Este mapa de ruta empieza con una ley que permite el cierre de cualquier "página web que haya causado o sea susceptible de causar daño patrimonial", con lo que en la práctica podrían cerrar cualquier página web existente: ¿quién no ha buscado en Internet cualquier imagen con la que ilustrar una entrada? ¿Quién no ha citado a un periodista o a un medio de comunicación?

Este tipo de delitos, que podrían haber tenido sentido cuando se redactó la ley de propiedad intelectual en nuestro país hace veintitantos años, dejan de tenerlo cuando hablamos de Internet, cuando todo el mundo ha normalizado unas pautas de comportamiento y netiquette.

Por eso la disposición final segunda de la ley de economía sostenible, conocida comúnmente como ley Sinde-Biden, es tan peligrosa. No se trata tan solo de que dejemos de "bajarnos" películas y series. Se trata de que es un ataque a la separación de poderes, la primera puñalada a la Internet tal y como la conocemos, y el primer intento de construir una Internet como si fuese una televisión 2.0.

Los ciudadanos no queremos que Internet sea otra televisión a la carta. Queremos la libertad de leer y de escribir que nos otorga el Internet que tenemos ahora mismo, la libertad de enlazar y redirigir, la libertad de citar y de compartir.

La industria de la cultura, tal y como la conocemos, tendrá que cambiar o morir. Deben abrirse nuevos mercados, nuevos sistemas de producción, de distribución y de comercialización que consigan llegar a esos millones de personas que diariamente se descargan series y películas y que, con una oferta adecuada, no lo harían. Los que nos dirigen no quieren comprender que hay un nicho de mercado más grande que nunca, pero que la escasa y lamentable oferta que existe en este país hace que ese nicho se redirija hacia opciones gratuitas.


La ley Sinde solo creará vías alternativas de descargar información, pero ha abierto una brecha en la confianza de la ciudadanía hacia nuestros gobernantes (los oficiales, es decir, los políticos, y los no oficiales, las industrias de comunicación y las corporocracias). Los ciudadanos nos hemos sentido agredidos en nuestra libertad, y la manifestación del 13F fue el primer acto de una guerra de la que hablarán los historiadores del mañana.

La guerra por la libertad de pensamiento. La guerra por la libertad de comunicación. La guerra que no solo se librará en las redes sociales, en twitter y en facebook, como ellos creen, sino que será una guerra que baje a la calle (como los chicos de Anonymous han demostrado). Será una guerra que vaya a los centros comerciales y que meta octavillas en los libros. Será una guerra en la que se fotocopiarán flyers y se repartirán en el metro. Será una guerra en la que los cajeros tendrán graffittis anti-sistema. Será una guerra en la que los ciudadanos exigiremos la democracia participativa. Será una guerra en la que el enemigo es el PPSOE y el bipartidismo que nos intenta convertir en consumidores.

No somos consumidores. Somos ciudadanos. Somos anónimos. No olvidamos y no perdonamos. Somos legión.


Espéranos.

sábado, 12 de febrero de 2011

Caridad



Si tuviere tanta fe como para mover montañas
mas no tuviere caridad, nada soy.

Y si repartiere todos mis bienes,
y si entregare mi cuerpo para ser abrasado,
mas no tuviere caridad, ningún provecho saco.

La caridad es sufrida, es benigna,
la caridad no tiene celos,
la caridad no se pavonea, no se infla.

Cuando yo era niño hablaba como niño,
sentía como niño, razonaba como niño.
Cuando me he hecho hombre
me he despojado de las niñerías.

Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad.
Las tres. Mas la mayor de ellas es la caridad.


Epístola I a los Corintios, 13

viernes, 11 de febrero de 2011

¿Voto en blanco? No, gracias.

Partido Pirata de Madrid ha hecho una simulación en la que demuestra que el voto en blanco, en conjunción con la ley D'Hont, beneficia a los grandes partidos en lugar de infligir un voto de castigo contra ellos, como mucha gente piensa.

Me pregunto si este famoso meme ("el voto en blanco es un toque de atención a los grandes partidos") no ha sido históricamente propragado por estos grandes partidos y sus medios afines, para perpetuarse en el poder gracias al voto de los ignorantes.

Cuando la maldad se alía con la ignorancia, el resultado solo puede ser un camino al pensamiento único y al recorte de libertades.

El análisis completo del Partido Pirata, aquí:

https://www.partidopirata.es/noticias/blog-noticias/165-el-voto-en-blanco

"[...] Si realmente queréis dar un escarmiento a los partidos políticos que nos gobiernan años tras año, lo que debéis hacer es votar a las nuevas formaciones. Hay alternativas. Busca la tuya y hazte oír. [...]"

Yo añadiría que si no encuentras una alternativa que te represente, formes la tuya. Esto de la democracia participativa no tiene vuelta atrás, por mucho que algunos estén aterrorizados con el concepto.

Y como última alternativa (no necesariamente en ese orden), siempre puedes quedarte en casa el domingo de elecciones, viendo una y otra vez en bucle "V de Vendetta" y "El club de la lucha", en busca de la inspiración necesaria.

jueves, 3 de febrero de 2011

Aparición histórica

...en Intereconomía: