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domingo, 21 de marzo de 2021

Una aventura de adopción: Capítulo 5 - La valoración psicosocial en AN

Entendimos enseguida que nuestro perfil y nuestra disponibilidad había hecho que, seguramente, el equipo de Adopción Internacional (AI) comentara nuestro caso con el equipo de Adopción Nacional (AN). Al fin y al cabo son compañeras que trabajan en la misma sección del mismo edificio y se ven la cara todos los días. 

¿Qué vieron exactamente en nuestro perfil? Creo que eso nunca lo sabremos. Pero sin duda hubo un "algo" que elevó nuestro expediente de la pila de Adopción Nacional hacia una zona superior. 

En AN los tiempos y el proceso de valoración psicosocial difieren en aspectos importantes de la valoración en AI. Las diferencias más significativas son las siguientes:

  1. En AI la valoración de las familias se hace por estricto orden cronológico de expediente. En AN, sin embargo, la acumulación de expedientes hace que solo se revise en orden cronológico la disponibilidad; la valoración de las familias queda supeditada a que dicha disponibilidad tenga un posible encaje con un caso particular. Si no existe un posible encaje, el equipo de AN no se molesta en realizar una valoración. 
  2. En AI la valoración se realiza para el país seleccionado: los requisitos de idoneidad no son los mismos para un niño ruso que para un niño indio. Por poner un ejemplo, algunos países no admiten la monoparentalidad, y no hablemos ya de un matrimonio homosexual. En AN, por el contrario, la valoración se realiza para el caso del niño en cuestión; se seleccionan tres o cuatro posibles familias adoptantes que cumplan los requisitos de disponibilidad que requiere el caso, algunas ya valoradas de procesos anteriores y otras pendientes de valorar, y se realiza la valoración de estas últimas.
  3. En el caso de AN, obviamente, no hay ECAIs, y todo el proceso, de principio a fin, lo realiza Servicios Sociales. 

A esas diferencias hay que sumarle que, en nuestro caso, acabábamos de hacer la valoración psicosocial en AI, lo que permitía que la parte de valoración basada en las respuestas a los cuestionarios fuese reutilizable y no hubiese necesidad, por tanto, de repetir esta parte del proceso. De esa manera, la valoración psicosocial se enfocó básicamente en las entrevistas personales, con un eje más general y un eje centrado en el ofrecimiento para el cual nos valoraban, con las particularidades que éste pudiese tener.  

A pesar de habernos librado de volver a hacer los test y cuestionarios, nos equivocamos al pensar que las entrevistas personales iban a ser más livianas. Aunque los recuerdos se difuminan con el tiempo (e intentar evitar eso es precisamente el objetivo de volcar estos pensamientos en este diario), mi sensación es que las entrevistas fueron aún más exigentes, sobre todo las entrevistas con la psicóloga, que nos consumieron más de un día y robaron parte del tiempo planificado para la entrevista con la trabajadora social. 

La psicóloga de AN fue más incisiva que en AI, también porque las características de este proceso, como he comentado antes, son diferentes: en el proceso nacional la valoración se realiza para un caso con nombre, apellidos y unas circunstancias personales muy específicas. E intuimos que fue alrededor de esas circunstancias sobre las que orbitó la mayor parte de la entrevista: etnia, resolución de conflictos de pareja y familiares, y contacto con la familia biológica. 

Nuestros recuerdos de aquella entrevista es que dedicamos una gran cantidad de tiempo en explicar cómo habíamos gestionado conflictos con el niño saharaui (que llevábamos varios años acogiendo en verano), como la vez que le llamaron "moro de mierda" en la escuela de verano, o el choque cultural cuando mi mujer fue a recogerlo en su coche la primera vez que vino a España. En mi caso también tuve que hacer un ejercicio exploratorio para verbalizar cuál era mi relación con toda mi familia (cercana y extensa) y qué conflictos familiares podían existir en mi entorno. Tengo un recuerdo visual del árbol de familia que la psicóloga había pintado con nuestra historia de vida y de familia, y de cómo iba preguntando por cada una de las hojas de ese árbol, para indagar qué posibles conflictos familiares había. Nos recuerdo explicando cómo habíamos conseguido mantener una buena amistad con una ex-pareja mía, y cómo habíamos conseguido superar esa situación entre las tres partes. Por último, parte de la entrevista orbitó también alrededor de la posibilidad de mantener el contacto con parte de la familia biológica del menor (hermanos institucionalizados, por ejemplo, o familia extensa del menor).

Todas estas pistas, creemos, nos ayudaron a ubicar el caso, aunque en ningún caso se explicitaron las circunstancias personales del niño/a por el cual se nos estaba valorando. En cualquier caso, fue un examen más concienzudo si cabe que el anterior, o quizá ese recuerdo se deba a que lo que se estaba jugando en aquel cuarto era más importante que en el caso de AI, y creíamos que nuestras respuestas en este proceso eran más decisorias, si cabía, que en el proceso anterior. 

Cuando finalmente la valoración acabó, volvíamos a estar exhaustos y con una extraña mezcla de sensaciones: drenaje emocional, por un lado; y de haber acabado un examen largo y complicado para el que habíamos estado todo el verano preparándonos, por el otro. Antes de marcharnos, nos comentaron que en principio iban a proponer nuestra idoneidad con un informe positivo, y que la presentarían en la próxima Comisión de Valoración. 

Buenas sensaciones, que se amplificaron cuando por casualidad nos encontramos en el vestíbulo con la psicóloga de Internacional y nos comentó que no nos extrañara que nos hubiesen llamado tan rápido de Nacional: a ellas les había gustado primeramente mucho nuestro perfil, y además nuestra disponibilidad sí que tenía un encaje factible en AN, y por eso les habían pasado nuestro expediente y nos habían llamado tan rápido. Es más, nos vino a insinuar que nuestro expediente podía estar bastante arriba en la pila de expedientes de AN, y el encaje podía ser tan bueno, que quizá no tardásemos mucho en tener noticias. Cuando le dijimos que nos íbamos a ir de vacaciones en un mes y le preguntamos si en su opinión debíamos cancelarlas, nos dijo que no, que no las cancelásemos, pero que quizá fuese buena idea hacerse un seguro. 

Con estas sensaciones nos volvimos a casa, a la espera de la resolución de idoneidad... y de algo más, que no sabíamos si se iba a producir o no, ni cuándo. Lo cierto es que seguimos el consejo de la psicóloga de AI y buscamos un seguro de asistencia en viaje que cubría parte de los gastos de cancelación en caso de la entrega en adopción de un niño.

El resto es historia, como se suele decir. Nos fuimos a Sudáfrica a vivir nuestro último verano, y a la vuelta nos encontramos con la resolución de idoneidad favorable y con una espera que no iba a ser muy larga... 


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