Algo de esto hay en el hecho de que, aunque son incontables las personas que hablaban maravillas de San Sebastián, no ha sido hasta este fin de semana que he podido encontrar un hueco y una excusa en mi apretada agenda (¡ja!) para saldar mi deuda con la capital guipuzcoana.
Una parte de mí se repetía que probablemente San Sebastián no era más bonita que otras muchas ciudades en las que ya había estado, en un exceso de chauvinismo por mi parte.
Cuál ha sido mi sorpresa cuando, en esta ocasión, mis prejuicios estaban equivocados y el resto del mundo tenía razón.
Donosti es una de las ciudades más bonitas en las que jamás he estado. Tiene todos los requisitos que mi actual "yo" busca en una ciudad: un tamaño poblacional reducido, numerosos parques y avenidas, una vida cultural moderna y vanguardista que se combina con un pasado orgulloso que se preserva con mimo. Y el mar, presidiéndolo todo, desde el telón de fondo del monte Igeldo hasta el furioso rompeolas de la zona de Gros y el Kursaal, pasando por un triplete de playas (Ondarreta, La Concha y Zurriola), cada una con un encanto diferente.
Todo ello combinado con una cultura gastronómica exquisita, con el pintxo, el txacolí y el zurito como referentes principales, alrededor de los cuales giran las conversaciones, los amigos y la vida social de una ciudad, no solo candidata a capital europea de la cultura, sino también candidata a ser un posible lugar donde vivir tranquilamente y escapar del frenético ritmo de vida que impone
3 comentarios:
Deberías conocer Gijón, creo que también cumpliría muchas de esas espectativas que tu actual 'tu' busca ;)
Ya sabes que a Gijón le sobran los chigreros y los babayos... :-)
Babayos hay en todos lados, supongo que hasta en Donosti :) Pero sí es verdad que la ciudad enamora y en un día soleado más.
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