Si tuviere tanta fe como para mover montañas
mas no tuviere caridad, nada soy.
Y si repartiere todos mis bienes,
y si entregare mi cuerpo para ser abrasado,
mas no tuviere caridad, ningún provecho saco.
La caridad es sufrida, es benigna,
la caridad no tiene celos,
la caridad no se pavonea, no se infla.
Cuando yo era niño hablaba como niño,
sentía como niño, razonaba como niño.
Cuando me he hecho hombre
me he despojado de las niñerías.
Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad.
Las tres. Mas la mayor de ellas es la caridad.
Epístola I a los Corintios, 13
1 comentario:
Cada vez este blog me parece más interesante. Da gusto ver como vas llenando tu vida de amor y cada día más. Me encanta comparar tus entradas de antaño y las de hoy, me ayuda a creer en que como dice la segunda parte de la lectura que has escogido, el amor todo lo puede.
Sigue leyendo amiguillo!
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