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miércoles, 29 de septiembre de 2010

Uno de pelis

Hoy voy a hablar de tres películas que he visto recientemente, aunque no sean estrenos precisamente.

La primera de ellas es "Los sustitutos". Protagonizada por Bruce Willis, narra una historia futurista donde casi toda la población del planeta "vive" a través de unos sustitutos cibernéticos que se controlan de forma remota. Las comillas son el nudo moral de la película, como podéis suponer, y la trama involucra a aquellos que quieren mantener y perpetuar ese estado de las cosas, y a aquellos que creen que el ser humano ha dejado su humanidad a un lado para convertirse en un esclavo de los sustitutos.


En medio de ambos lados, un policía encarnado por Bruce Willis, que en realidad no sabe lo que quiere, pero que (y esto es lo que quiero destacar de la película) se erige de repente en El Señor de Todas las Cosas. Y el público encantado de ver cómo alguien decide de forma despótica el destino de toda la humanidad. Una vez más, Hollywood nos muestra que el ser humano es demasiado estúpido para tomar las riendas de su destino, y necesita que un héroe (un déspota) lo haga por ellos.

Y le reímos la gracia.

La segunda película es "El ilusionista". Estrenada a la sombra de "El truco final", es también una cinta de magia en un contexto histórico, en la que se narra el romance del gran ilusionista Eisenheim con la primetida del príncipe del reino. Es una de esas películas con final sorpresa, pero en la que lo realmente sorprende es en cómo manipula al espectador. Y utilizo el verbo "manipular" en lugar de "engañar" porque es exactamente lo que hace.


Así, la película no solo es tramposa en lo que muestra y en cómo lo muestra, sino que, una vez desveladas todas las cartas, el espectador sale del cine con la snesación de haber visto una gran película con un final feliz, cuando el drama que en realidd se desarrolla en la película implica un asesinato, no solo premeditado, sino también innecesario.

Solo es necesario pensar un poco para darse cuenta de que no era en absoluto llegar al asesinato para resolver el triángulo amoroso que desvela la película. Realmente dicho triángulo se resuelve de forma definitiva a mitad de película, y la última hora de la misma narra, en realidad, la psicopática tortura y persecución llevada a cabo por parte de un homicida, que desencadena la muerte con la que finaliza la película, y de la que el espectador es cómplice sin saberlo. Nosotros hemos sido en realidad los engañados por el ilusionista.

Y le reímos la gracia.

Y la última película es... "Beerfest", una comedia americana al estilo "Porky's", ambientada en el Oktober Fest. Mala a rabiar, sin duda, pero en su favor hay que destacar su falta de pretensiones y su honestidad con el espectador. La película promete risas, culos y tetas, y eso es exactamente lo que da. Una honestidad que es mucho más de lo que puede decirse de las películas anteriores.


El motivo de esta reflexión no es tanto comparar unas cintas con otras, sino lanzar al aire la siguiente reflexión: ¿la manipulación de las dos primeras películas estaba en la cabeza de sus guionistas, productores y directores? ¿O en realidad es una línea de pensamiento concomitante con la realidad en la que vivimos?

En otras palabras, las loas al Señor de Todas las Cosas y a la inteligencia absoluta (incluso aunque ésta rebase las fronteras éticas)... ¿están tan magnificadas en nuestra sociedad (occidental) que somos incapaces de ver semejantes estafas aunque nos las pongan delante de nuestros propios ojos? Porque en este caso, creo que tenemos un problema.

Yo, al menos, me quedo con "Beer Fest" y sus chistes escatológicos.

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