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domingo, 14 de marzo de 2010

Tiempos nuevos, tiempos salvajes

Una de las mayores injusticias musicales que este país ha cometido ha sido el desprecio sistemático al talento de "Los Ilegales" que, desde que en 1982 publicasen el disco homónimo, demostraron que eran el grupo más duro, más eléctrico sobre el escenario y, por supuesto, los más feos de todo el país.

Una banda que, si hubiese cantado en inglés, habría conseguido el éxito que se le negó en España y del que solo pudieron disfrutar ciertos ecos en Sudamérica.

Después de casi 30 años violando guitarras con los Ilegales, Jorge Martínez empieza una nueva etapa musical como "Jorge Ilegal y los Magníficos". Una nueva aventura, arriesgada sin duda, que aspira a cultivar otra paleta de sonidos.


Pero como dice Jorge, las cosas hay que terminarlas como Dios manda, y eso incluye una gira despedida por toda España con conciertos anunciados de más de 2 horas y media sobre el escenario (y sabiendo cómo tocan los Ilegales y el ritmo al que Jorge rompe cuerdas y destroza guitarras... se me antoja mucho tiempo). Como él mismo decía, esta maratón de conciertos solo ha sido posible después de muchos años entrenándose en las grandes salas de Colombia, Perú y Ecuador, donde la única alternativa a morir linchado era... tocar y tocar.

Y con una caja conmemorativa en la que lo más importante quizá no es el contenido en sí (al fin y al cabo los fans de Ilegales tenemos sus discos desde hace muchos años) sino el hecho de que por fin han recuperado y reunificado los derechos de los primeros discos.


Una caja, por cierto, que desde ayer tengo firmada por Jorge con su conocido guitarrista y una frase: "para David, después de la tormenta", quizá sugerida por mis ojeras y mi corbata.


En la presentación de la caja y la gira de conciertos que se celebró ayer en la Fnac del Plaza Norte en Madrid, Jorge contó anécdotas regadas con videos de sus primeros años, cuando aún tenía algo de pelo, y tocó algunas canciones en acústico con esta guitarra:


Y nos deleitó con una de las mejores canciones inéditas del disco, "Hoy no hay sonrisas", en la que se explica por qué siempre acaba dándose de ostias en los funerales cuando alguien sonríe. Una canción bellísima, una mirada glacial a la muerte.


Cuando vengas a buscarme con la guadaña,
quedará muy poco que puedas llevarte.


Con mi entrada en la mano para el concierto del 23 de abril, hago un brindis por el canto del cisne de un grupo que lo fue todo en el rock asturiano, que siempre ha hecho lo que le ha dado la gana, al margen de modas y favores, y que siempre permanecerá en el recuerdo colectivo de una generación con sus, al menos, 126 canciones ilegales, en unos tiempos más salvajes que nunca.


Levántate y lucha: ésta es tu pelea

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