Apoya Wikipedia Por la neutralidad de la red Apoya Wikileaks! Vota a otros

lunes, 21 de agosto de 2006

Repaso al año lectivo 2005-2006

Ya hace un año.

Tal día como hoy cogía mi maleta (bueno, la maleta de mis padres) y me dirigía con paso vacilante a la estación de autobuses de Gijón, como dirían en una novela barata, al encuentro de mi destino.

Un puesto de trabajo ofrecido en la cafetería de una discoteca un sábado a primerísimo hora. Un puesto relativamente digno. Y ganas de trabajar de una vez por todas. La ilusión del primer trabajo, del primer sueldo, y de la primera independencia. La ilusión del primer euro ganado con el sudor de mi frente. Valiente gilipollez.

El caso es que han pasado muchas cosas en estos doce meses, pero en realidad todo ha cambiado para seguir igual. Lo cual es agradable. Toda mi vida es un “lugar común”. No he perdido amigos, y sí que los he ganado. O eso quiero creer.

Aunque me ha costado muchísimo trabajo, he terminado aceptando que hay personas que no se atreven a utilizar el término “amistad”, porque creen que les puede saltar de repente en las manos. Al menos esta gente es honesta.

Sin embargo, yo soy incapaz de dar menos del 100% de mí mismo. Es un grave problema médico que tengo, qué se le va a hacer. Los extremismos son odiosos (o eso dicen), pero conmigo sólo se puede estar en el 0 o en el 100. Lo siento. Sin embargo, en este año he aprendido el 20. Menos es nada. Y en el fondo, son gente maja. Egoísta, pero maja. ¿Y quién no es algo egoísta en estos tiempos que corren?

La distancia, por paradójico que resulte, ha reforzado mi amistad con algunas personas, a las que invariablemente dedico buena parte de mi tiempo cada vez que estoy en Gijón. Y no creáis que me supone un sacrificio. Todo lo contrario, es un verdadero placer pasar mi tiempo con ellas.

Mi amistad con Marcos sigue tan firme como siempre. Al menos hasta que alguno de los dos consiga engañar a alguna moza. Y al ritmo al que va mi vida amorosa, creo que va a ser él. En cualquier caso, ha sido y es una amistad muy hermosa de la que estoy muy orgulloso. Es una de las pocas personas con las que puedo contar para prácticamente cualquier cosa (excepto visitar una iglesia). Pero si sólo fuese eso, no sería más que una cuestión de conveniencia. “Sólo tú tienes furgoneta, es genial…”. Pues no. Estoy orgulloso de que una persona tan honesta, íntegra e inteligente como él me haya otorgado su amistad, y haya aceptado a su vez la mía. Es alguien con quien se puede hablar de todo; tenemos unos pensamientos bastante parecidos; y es la persona en la que me pude apoyar cuando más solo me encontraba. Lo cual dice mucho a favor de Marcos, y muy poco a favor de otra mucha gente. Pero bueno, la gente dirá que cada uno tiene que arreglar sus problemas. Yo pienso otra cosa, y es lo que me diferencia de esa misma gente.

Sin embargo, la distancia con mi amigo mexicano es demasiado grande, y es inevitable que el tiempo vaya desdibujando sus rasgos y sus expresiones en mi mente. El correo es el único medio por el que nos comunicamos, y cada día que pasa me cuesta más ponerme a escribir largos correos. Se te echa de menos, amigo. Visítanos pronto.

El año pasado también hubo otra persona con la que pasé del 0 al 20%. Me jode reconocerlo, pero creo que jamás volverá aquella amistad casi fraternal. El abismo que se abrió entre nosotros dos fue demasiado ancho, y aunque ahora el abismo se ha cerrado, las secuelas de la caída nos han desfigurado demasiado como para que nos reconozcamos.

Pero en Madrid también he encontrado amigos. Me jacto de haber encontrado a extraordinarios amigos en mis compañeros de piso y trabajo. La forma en la que a veces, durante noches, hemos desnudado nuestras almas, me ha retrotraído a los tiempos de mi infancia, a esos primeros amigos que en teoría iban a ser para siempre. Sé que no es ni será lo mismo, pero es una ilusión muy hermosa.

Además, son personas con inquietudes y muchos redaños, y con enormes ganas de hacer cosas, no necesariamente en el campo profesional. Cosas de verdad; el tipo de cosas que dan salsa a la vida y que nos hace personas de carne y hueso, no meros autómatas o máquinas de facturar.

Sin ellos probablemente mi estancia en Madrid hubiese sido mucho más traumática, y quizás más corta. Si en Madrid soy feliz, es en buena parte gracias a ellos.

En estas pocas líneas quería desnudar una parte de mis sentimientos durante este año laboral. Es posible que en otro artículo escriba sobre las circunstancias profesionales que se han desarrollado durante estos doce meses.

Así que estad atentos, y hasta pronto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

... y que cumplas muuuuchoooss máaassss!!! Y ahora a programar!!!

Anónimo dijo...

Amén!
Por lo que veo hay cosas y gente interesante más allá de los putis..

Me estoy replanteando mi vida.....jejeje.

PD: De verdad creeis que me parezco a una sandia??