Apoya Wikipedia Por la neutralidad de la red Apoya Wikileaks! Vota a otros

domingo, 31 de julio de 2005

Nacho Vigalondo como "el esqueleto borracho"

Siempre me ha fascinado el comportamiento de la mente humana, como quedó de manifiesto en el post anterior. Los millones de años de evolución han conformado una madeja de conexiones sinápticas de tal envergadura que a veces se producen fenómenos curiosos.
El déjà vu es uno de ellos.
La creencia mística de que las casualidades no existen es otro.
Si Raquel no hubiese venido en coche y hubiese salido de casa cinco minutos más tarde, como estaba previsto; si no hubiésemos dado vueltas como tontos, buscando primero el Café del Sol, y luego el Gepetto, y no nos hubiésemos parado varias veces a mandar mensajes confusos, y vuelto a parar para mandar más mensajes confusos, y vuelto a llamar para intentar deshacer la confusión doble; y si mi prima no me hubiese mandado un mensaje diciendo que estaban en el Llavaderu; sin todas esas casualidades, es muy probable que no hubiésemos visto a Nacho Vigalondo salir de una sidrería en Gijón junto a Antonio (de queridoantonio.com -Una noche con Amenábar). Y por supuesto, si no hubiese estado Edu a mi lado, no me hubiese atrevido a saludarle, y él no nos habría contado los proyectos que nos contó (gracias sin duda al alcohol que llevaba en las venas).
El cerebro es algo maravilloso. Un ejemplo es este post, que debería haber sido sobre las anécdotas y las ideas que Nacho nos contó, y que se ha transformado en un post acerca de las casualidades místicas.
Pero si todo fue una casualidad, sigo preguntándome por qué antes de salir de casa estaba seguro de que me iba a tropezar con él, y por qué estuve hablando con Edu un buen cacho de él, de Los cronocrímentes y de su página.
Pues más casualidades, claro.
¿O qué pensábais?

No hay comentarios: