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lunes, 24 de marzo de 2014

Picos Gemelos

El 15 de noviembre de 1990 yo tenía 10 años y aún no me había salido la pelusilla del bigote, y Telecinco no llevaba ni un año de Mamachichos, cuando se estrenó en España una serie que, a la postre, revolucionaría el concepto de serie televisiva.

Su creador, David Lynch, venía de dirigir uno de sus mejores cintas ("Blue Velvet"), pero a pesar del éxito crítico no consiguió financiación para sus siguientes proyectos cinematográficos. El destino quiso entonces que Lynch aceptase colaborar con Mark Frost en la creación de la serie televisiva "Twin Peaks". O lo que es lo mismo, historia de la televisión.

El argumento de Twin Peaks es aparentemente sencillo: en un pequeño pueblo cerca de Washington es localizado el cadáver de una joven, identificada como Laura Palmer. Aparentemente, una muchacha que representaba el ideal de belleza, bondad y dedicación americano: abnegada, trabajadora, buena hija y amiga de sus amigas. Nadie entiende cómo ni por qué fue asesinada. Sin embargo, a medida que el detective del FBI Dale Cooper llega al pueblo y va investigando el caso, las cosas se van complicando y nada es lo que parecía en un principio.

Tras este simple plot, en realidad un McGuffin, se entremezclan dos historias en una: por un lado una historia realista sobre el horror y la hipocresía que puede ocultar un pequeño pueblo, aparentemente idílico; y por el otro, una historia onírica sobre el bien y el mal, el anverso y el reverso que todos llevamos dentro, la guarida blanca y la guarida negra, el mito psicológico del gemelo malo ("doppelgänger") y de Jeckyll y Hyde. Podríamos decir que Laura Palmer es el nexo de unión entre ambas historias, al ser la víctima propiciatoria de un mal que parece haberse instalado en Twin Peaks, tras años confinado en los bosques (una metáfora de la parte oscura de nuestra mente). Ambas historias (la realista y la onírica) conviven en un equilibrio aparentemente imposible gracias al humor surrealista que impregna (casi) todos los capítulos, sirviendo de válvula de escape para la línea argumental realista, y de puerta de entrada a la linea argumental onírica.

Es innegable que la serie tiene varias lecturas, fruto también del paso de varios guionistas y directores por la misma. David Lynch abandonaría la serie a principios de la segunda temporada (cuando los productores le obligaron a revelar la identidad del asesino de Laura Palmer) y solo volvería para dirigir el último episodio de la serie y firmar el que probablemente sea el mejor episodio de la misma. Este episodio (tras haberse cerrado de forma prematura la primera historia, la realista) vomita sobre el espectador todo lo que, a lo largo de la serie, se había intuido de la linea argumental onírica y metafísica. Por tanto, puede ser un final difícil para aquellos que esperaban una conclusión, una moraleja o un final feliz de la primera historia.


Sin embargo, David Lynch retomaría la historia de los habitantes de "Twin Peaks" en la película "Twin Peaks: Fuego camina conmigo" (1992) para volver a darnos un tercer punto de vista sobre la película, entroncado ligeramente con la historia onírica (de hecho la película comienza con una secuencia absolutamente demencial de David Bowie y Chris Isaak) pero más centrado en el relato de la tragedia personal de Laura Palmer, retratando los días previos a su asesinato y clarifica algunas de los flecos de la historia que habían quedado sin explicación al final de la serie.

Sin duda, lo más revelador de la película es precisamente el enfoque realista que David Lynch decide dar a la historia, en el que los pequeños momentos oníricos podrían perfectamente ser fruto de los delirios provocados por la tragedia personal que la joven Laura Palmer está sufriendo en su cuerpo y en su mente. Si en la serie los momentos dramáticos se centraban en personajes corales y Laura era el "misterio" a través del que estos personajes deambulaban, en la película Laura es la protagonista absoluta de la película, y quienes la rodean son espectadores pasivos del drama que está a punto de acontecer.

Podríamos decir, por tanto, que a pesar de ciertos defectos en determinados momentos de la serie, la impresión general es desconcertantemente cautivadora. Esa mezcla de retrato coral, horror, humor surrealista, escenas oníricas, misterio, bosques nocturnos, motoristas, tragedia, bares de carreteras, encanto rural, prostíbulos, mafiosos, detectives, semáforos, búhos, jazz y tarta de manzana... hace que sus defectos pasen desapercibidos y sus virtudes queden en nuestra memoria como el recuerdo de un viejo amigo al que hace muchísimo tiempo que no vemos pero al que seguimos rememorando con enorme cariño.

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