Aturdido, pongo una mano delante de los ojos para protegerme del sol, mientras el sonido de la puerta metálica al cerrarse a mis espaldas hace que me recorra un escalofrío.
Han transcurrido los seis meses y un día, y ahora voy a probar si el sistema funciona realmente y he redimido mi pecado de soberbia, o si por el contrario ese medio año solo ha servido para mantener mi ego transitoriamente alejado de la sociedad.
Pienso comprobarlo muy pronto.
Cojo aire, resoplo, y doy un paso hacia adelante...
miércoles, 29 de julio de 2009
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